Actualmente Europa tiene a Rusia como una de sus principales fuentes de suministro de gas.
Desde principios del 2009, estamos viviendo las desastrosas consecuencias de un conflicto entre dos compañías que
ha supuesto la reducción del suministro del gas, dejando en estado de precariedad a millones de ciudadanos europeos.
El motivo es que Europa depende en prácticamente un 40% del gas ruso, cuya principal vía de tránsito es precisamente Ucrania.
Esto hace que los países abastecidos sean vulnerables a cualquier conflicto internacional que implique a uno o más de dichos países.
Europa es consciente que tiene que diversificar el suministro y por ello está buscando vías alternativas a la actual.
Rusia y otros países apuestan por la construcción de tres gasoductos adicionales que no transiten por países de la antigua URSS, el
South Stream, el North Stream y el Nabucco. Los dos primeros parten de Rusia, luego no son una alternativa real a este origen, y el
tercero, el Nabucco, es parte de la solución a la diversificación, pero puede tener problemas de tránsito, ya que discurre por los países
de la región del Cáucaso.
Si la red de gasoductos ibérica hubiera estado suficientemente conectada al resto de la red europea, España hubiera
podido contribuir a mitigar los efectos del corte de suministro del gas que sufrieron algunos países europeos a principios del 2009.