Como en años anteriores ha sido un año con gran volatilidad de precios. Se han tensado al máximo los equilibrios
inestables del mercado que ya se dieron en años anteriores; mercado dominado por la presión de la demanda y los miedos a
que la oferta no fuera suficiente ni segura para colmarla.
La sensación de que el crudo es un bien escaso se hizo muy evidente. La demanda creciente de los países emergentes se
sumó a la generada en los países desarrollados que han vivido una década económica de mucho auge.
El año 2008 fue el octavo año consecutivo en el que el precio del crudo siguió subiendo, siendo el
período más largo de crecimiento desde que se empezaron a recoger registros en 1861.
No ha sido hasta ahora que los países emergentes han empezado a reducir (algunos no lo han hecho)
las subvenciones en los precios de los derivados del crudo, lo cual va a incidir directamente en su demanda.
El debilitamiento del dólar y las inversiones en futuros que buscan rentabilizar su inversión a corto plazo, han
favorecido la caída del precio del barril de petróleo.
Los expertos opinan que el aumento del precio del crudo no ha sido un hecho esporádico, sino un proceso
tendencial firme que está teniendo un respiro. Si el precio no es elevado, no se harán inversiones que
requieren un precio alto del crudo para ser rentables, por ejemplo en aguas profundas. Si no se hacen, no se
encontrará suficiente crudo para satisfacer la demanda mundial, particularmente en épocas de expansión económica.
El precio del GNL en el mercado internacional se ha movido con niveles relativamente
elevados en la primera parte del año, en parte como un reflejo de lo que acontecía en el mercado del petróleo. La menor
actividad importadora de EE.UU. y un cierto exceso de capacidad de producción de GNL, propició un descenso acusado
en la segunda parte del año.
El precio del carbón ha seguido una ruta ascendente desde 2004, paralela a la del precio del petróleo (el coste de
importación en la OCDE por Tm, en dólares, creció un 160% entre 2003 y el primer trimestre de 2008).
Es una respuesta al aumento general de su consumo (estaba moviéndose con las tasas más elevadas
entre los hidrocarburos), fruto en buena parte del aumento de su utilización en generación eléctrica que, a su
vez, era un efecto sustitución por los aumentos en los precios de los derivados del petróleo y del gas natural en los últimos años.
Este aumento en los costes de utilización también ha tenido un efecto negativo en su demanda, especialmente en la segunda parte de 2008.