Unos precios relativamente altos de los hidrocarburos hacen más atractiva cualquier política de captura y almacenamiento geológico del carbono. La Comisión Europea ha estimado que con un precio del CO₂ a 44 €/Tm, la captura y almacenamiento de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, reduciría en un 7,4% el nivel de los mismos en el período 2013-2020. En España, el coste medio de los derechos de emisión en 2008 fue de 21€ la Tm, frente a 5,7€/Tm en 2007. La producción de hidrógeno se efectuará por reformado del gas natural y la descarbonización se efectuará por inyección del CO₂ en el subsuelo. Por ejemplo, a mediados de julio la isla japonesa de Hokkaido fue testigo de un principio de acuerdo entre los miembros del G8 en materia medioambiental. Cabe destacar la incorporación de EE.UU. al compromiso global de reducir al menos a la mitad las emisiones de CO₂ de aquí al 2050, así como la instancia a las economías emergentes más potentes (en especial China e India) a considerar seriamente su adscripción al reto mencionado. Esta convocatoria fue la última antes de que tuviera lugar en diciembre en la ciudad polaca de Pozman la Conferencia de partes del Convenio sobre el cambio climático. En esta cumbre se preparan las propuestas que deberán discutirse en la reunión que se celebrará en Copenhague a finales de 2009. Pues bien, la dificultad que parecía insalvable era que los países desarrollados no aceptaban compromisos ambiciosos de reducción de gases de efecto invernadero, si los grandes países emergentes no aceptaban también ciertos objetivos de reducción. El giro se dio con la aceptación de China e India de reducir sus emisiones entre un 15 y un 20% en el 2020, sobre las emisiones que se alcanzarían de no tomar acciones correctoras.

Parece en consecuencia más cercano alcanzar un nuevo acuerdo que sustituya al de Kioto después del 2012.