Gracias a la diversidad de países suministradores, la capacidad de regasificación y las conexiones internacionales el sistema gasista español es uno de los más seguros y fiables de Europa.
El gas natural llega por primera vez a España en 1969 en forma de gas natural licuado o GNL al puerto de Barcelona, lo que supuso el inicio de la expansión del gas natural a través de la red de transporte nacional y, más tarde, internacional.
Actualmente España cuenta con más de 11.000 km de gasoductos de transporte primario y más de 13.000 km, incluyendo los secundarios. La red de gasoductos cuenta con diecinueve estaciones de compresión, así como centros de transporte, estaciones de regulación y medida y puntos de conexión a la red que permiten la correcta distribución primaria del gas por el territorio nacional y disponer de seguridad de suministro de gas natural incluso en situaciones de punta de demanda.
La falta de reservas propia supone la mayor parte del gas natural que se consume en España sea importado a través de los diferentes gasoductos que conectan el sistema gasista español con los países exportadores (principalmente Argelia y en menor medida Francia y Portugal) o transportado por metaneros que descargan el GNL en las plantas de regasificación repartidas por España.
El gasoducto Medgaz que une la península con Argelia es la principal vía de entrada de gas a España. Existen otros gasoductos internacionales que conectan la red española con la francesa, a través de Guipúzcoa, con la población francesa de Biriatou, y el que, a través de Navarra, conecta por Larrau. Existen también dos conexiones con Portugal; la de Tui, en Galicia, y la de Badajoz.
España cuenta además con seis terminales portuarias para la entrada del gas y sus correspondientes plantas de regasificación, encargadas de convertir en gaseoso el GNL que llega en estado líquido por barco. En 2020, según datos de Enagás, los suministros en forma de gas natural licuado (GNL) superaron a los de gas natural (GN), y supusieron un 63% del aprovisionamiento de gas para el sistema gasista español. Esta diversificación, unida a la variedad de países suministradores (hasta 14 en 2020) hacen del sistema gasista español uno de los más seguros de Europa.
En conjunto, el sistema de suministros está estructurado para que cuente con flexibilidad a la hora de recibir el gas. En el caso de que descienda el flujo a través de gasoductos, es posible reforzar su llegada por vía marítima. Para ello, España cuenta con siete tanques de almacenamiento, además de tres grandes depósitos subterráneos para hacer frente a las puntas de consumo: Serrablo en Huesca, Yela en Guadalajara y el antiguo yacimiento submarino Gaviota, en la costa de Vizcaya.
A esto hay que sumar el gran potencial para producir gases renovables (biogás, hidrógeno y gas de síntesis) de España, que podría generar entre un 25 % y un 65 % de la demanda actual de gas natural a partir de residuos biodegradables, biomasa forestal y agrícola y excedentes de energía eléctrica renovable para producir hidrógeno. En este sentido, la Hoja de Ruta del Biogás presentada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) prevé multiplicar por 3,8 la producción sostenible de gas de origen renovable hasta 2030.
Sedigas presentó en 2018 el Plan de Desarrollo del Gas Renovable en el que se incluye una Hoja de Ruta 2030 que contribuye al cumplimento de los objetivos ambientales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de calidad del aire, de incorporación de renovables no eléctricas y de la economía circular, en España.