A finales de agosto, la Unión Internacional del Gas (IGU, por sus siglas en inglés) presentó la edición 2024 del Informe Global del Gas, una memoria anual que constituye una referencia para el sector a escala global. Entre las principales conclusiones de este análisis, destaca una doble advertencia. Por un lado, que el creciente aumento de la demanda energética en todas las regiones, combinado con una inversión insuficiente en gas y energías limpias, pone en riesgo el suministro global de energía. Y, en segundo término, que estos mismos factores amenazan con convertir en inalcanzables los objetivos establecidos para 2030 en materia de emisiones de gases de efecto invernadero.
De acuerdo con los datos recopilados en el informe, los mercados mundiales de gas se mantienen en un frágil equilibrio, con un crecimiento limitado de la oferta y una demanda que aumenta de forma constante. El documento cifra en un 1,5% dicho incremento en 2023 (59 bcm más respecto al año precedente), y estima que ese porcentaje podría alcanzar el 2,1% al final de este año (en torno a 87 bcm más). En este escenario, los países asiáticos constituyen el motor fundamental para este crecimiento, mientras que Norteamérica y Oriente Medio lideran por su parte las exportaciones.
Partiendo de esta constatación, y si la demanda mundial de gas continúa creciendo como lo ha venido haciendo en el último cuatrienio, este estudio ofrece una perspectiva sombría: sin inversiones adicionales enfocadas a un desarrollo adicional de la producción de este hidrocarburo, se espera un déficit de suministro global del 22% para el año 2030. Un porcentaje que podría incluso incrementarse en el caso de que la demanda continúe fortaleciéndose, lo que subraya la urgente necesidad de aumentar las inversiones en nuevas infraestructuras.
Demanda en aumento
La memoria anual que elabora la IGU analiza también el suministro global de las diversas fuentes de energía, así como su incidencia en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido, apunta que la demanda de energía siguió aumentando en 2023, tanto en las regiones desarrolladas como en las que se encuentran en fase de desarrollo. Lo cual condujo el año pasado a una cifra récord en cuanto a la quema de carbón, que se mantuvo como la mayor fuente de emisiones energéticas mundiales.
En este sentido, el documento concluye que, de persistir las actuales tendencias de oferta y demanda, lo más probable es que no se alcancen los objetivos globales de descarbonización establecidos para el horizonte de 2030.
En el análisis de las diferentes áreas geográficas, destaca la paradoja de que, a pesar de su declive industrial y de sus esfuerzos por mejorar la eficiencia, Europa haya seguido experimentando un crecimiento en su demanda de energía. En Norteamérica, por su parte, la demanda también continuó aumentando, impulsada por el sector del transporte y por los centros de datos de Inteligencia Artificial.
La demanda también aumentó en Asia, como ya se ha apuntado, particularmente en los sectores industriales de India y China. Y lo mismo sucedió en África, que, impulsada por el desarrollo urbano, experimenta una tasa de crecimiento más acelerada que otras regiones, aunque aún alejada de ellas en cifras absolutas. Y es que, tanto en este continente como en Sudamérica, el acceso equitativo a la electricidad sigue siendo un desafío pendiente.
Propuestas
El informe de la IGU sugiere medidas clave en diferentes ámbitos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr un mercado mundial del gas más resiliente. Por un lado, aumentar la inversión para garantizar el suministro de gas natural, que ofrece la ventaja competitiva de reducir las emisiones en un 50% respecto al carbón y en un 30% respecto al petróleo. Una opción que debe adoptarse junto con, y no en lugar de, los esfuerzos en curso para expandir las energías renovables, mejorar la eficiencia energética y ampliar todas las fuentes de energía libres de emisiones que sean tecnológica y económicamente viables.
Por otro lado, un segundo frente de medidas debería centrarse en apostar por las tecnologías y fuentes alternativas como el biometano, la captura y almacenamiento de carbono, y el hidrógeno renovable o de bajas emisiones. El biometano, por ejemplo, que puede sustituir directamente al gas natural, está aún muy por debajo de su potencial, ya que supone apenas un 1% del consumo gasista mundial, y por el momento se produce principalmente en Norteamérica y Europa, aunque China e India están promoviendo también nuevas instalaciones de producción.
La capacidad de captura de CO2 constituye, según el informe, una tecnología crucial para una transición energética exitosa y que también está ganando impulso, aunque su desarrollo actual es insuficiente. Sin embargo, se espera que crezca a tasas de un 42% anual.
Hidrógeno de bajas emisiones
Por su lado, la producción de hidrógeno con cero o bajas emisiones de carbono, aunque aún a pequeña escala, está en disposición de experimentar un rápido crecimiento anual, que el informe cifra en torno al 45% entre 2023 y 2030, siempre y cuando se materialicen los proyectos actualmente en tramitación. Se constata en cualquier caso que este gas renovable aún carece de una presencia significativa en el uso final de la energía.
Todas estas tecnologías alternativas están llamadas a desempeñar un papel crucial en la descarbonización del suministro energético a escala global, muy especialmente en sectores de difícil electrificación, como el transporte o la industria pesada. De aquí que el Informe Global del Gas considere esencial apostar por ellas. Esto implica realizar inversiones sin demora y establecer políticas adecuadas para desarrollar proyectos de este tipo, que contribuyan significativamente a un futuro paradigma energético más sostenible, seguro y asequible.
Por otro lado, al analizar las principales tendencias del año pasado, el documento indica que los mercados mundiales de gas se estabilizaron tras la volatilidad y los precios récord de 2022, provocados por la guerra en Ucrania. Sin embargo, persiste cierta fragilidad debido a la continua preocupación sobre la seguridad de suministro energético.
En este escenario de incertidumbre, el informe anual de la IGU concluye que mantener la inversión en esta fuente de energía y en sus infraestructuras asociadas es fundamental. Además, se destaca la importancia de acelerar las inversiones en tecnologías de gases con bajas o nulas emisiones, junto con medidas de ahorro y el impulso de otras fuentes de energía limpia, para alcanzar el objetivo global del “Trilema Energético”: garantizar un suministro seguro, sostenible y asequible para todos los consumidores.