Desde su creación en 1962, la Política Agraria Común (PAC) ha sido uno de los pilares fundamentales de la integración europea. En sus inicios, la PAC tenía como objetivo principal asegurar el suministro de alimentos básicos a la población de los seis países que entonces formaban parte de la Comunidad Económica Europea (Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo). Sin embargo, a lo largo de las décadas, los desafíos del sector agrícola han ido evolucionando, desde problemas de sobreproducción en los años 70, hasta la necesidad de incorporar prácticas sostenibles a partir de los años 90.
La PAC ha desempeñado un papel central en la configuración del sector primario europeo, estableciendo reglas y subsidios que han condicionado la manera en que se lleva a cabo la producción agrícola. Sin embargo, la situación actual del sector ha llevado a que la PAC esté nuevamente en el centro de la polémica, especialmente tras la implementación del Pacto Verde Europeo. Sus estrictas normativas medioambientales han generado un fuerte rechazo entre los agricultores. Estas tensiones han dado lugar a la llamada “revuelta agrícola europea”, un movimiento que ha puesto de manifiesto las dificultades a las que se enfrenta el sector en su intento por adaptarse a las nuevas exigencias.
El descontento de los agricultores no es el único desafío que enfrenta el sector primario. La migración de las áreas rurales hacia las ciudades, fenómeno conocido en España como la “España vaciada”, también afecta a otros países de la UE, como los Länder de la antigua Alemania Oriental, los países bálticos, Austria, Polonia, Hungría, Bulgaria y Rumanía. Este éxodo rural no solo amenaza la sostenibilidad de las explotaciones agrícolas, sino también la vida en las comunidades rurales, que ven cómo su población disminuye y con ello la viabilidad de sus economías locales.
LA CRISIS DEL AGRO Y EL DESPOBLAMIENTO RURAL: UN DESAFÍO EUROPEO
El despoblamiento rural es un fenómeno que afecta de manera desigual a las diferentes regiones de Europa, pero que comparte una causa común: la falta de oportunidades económicas en las zonas rurales. Este fenómeno ha provocado que muchas áreas tradicionalmente agrícolas se conviertan en lugares en declive, donde la falta de inversión y de perspectivas a largo plazo genera un círculo vicioso que es difícil de romper. El biometano ofrece una vía para revertir este proceso, proporcionando una fuente de ingresos adicional a los agricultores y ganaderos, al tiempo que reduce los costes energéticos de las explotaciones y mejora la sostenibilidad del sector.
El biometano es un gas renovable que también contribuye a cumplir con los objetivos climáticos de la UE, al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la gestión de residuos agrícolas, ganaderos, restos de podas o desechos forestales. Estos residuos se transforman en una fuente de energía limpia que puede ser utilizada para la producción de electricidad, calor o como combustible para el transporte.
Además de estos beneficios ambientales, la producción de biometano ofrece a las zonas rurales la posibilidad de diversificar sus actividades económicas, generando empleo y atrayendo inversiones. Esto es especialmente importante en aquellas regiones que han sufrido un mayor impacto del despoblamiento, donde la implantación de plantas de biometano puede contribuir a fijar población y a revitalizar la economía local.
EL PAPEL DEL BIOMETANO EN LA ECONOMÍA CIRCULAR Y LA SOSTENIBILIDAD AGRÍCOLA
El biometano no solo es una fuente de energía renovable, sino que su producción se enmarca en el concepto de economía circular, ya que aprovecha residuos que de otro modo serían desechados, convirtiéndolos en recursos valiosos. Este proceso permite prolongar el ciclo de vida de los residuos orgánicos, reduciendo la cantidad de residuos que deben ser gestionados y minimizando su impacto ambiental.
Un subproducto clave de la producción de biometano es el digestato, un fertilizante natural que se obtiene a partir del proceso de digestión anaeróbica de los residuos orgánicos. Este puede ser utilizado como enmienda orgánica en los suelos agrícolas, mejorando su fertilidad y reduciendo la necesidad de fertilizantes sintéticos, que suelen ser importados y tienen un alto coste tanto económico como medioambiental.
El uso del digestato no solo contribuye a mejorar la productividad de los suelos, sino que también ayuda a combatir el cambio climático. Al incrementar el contenido de materia orgánica en los suelos, favorece la retención de carbono, lo que ayuda a reducir la cantidad de CO2 en la atmósfera. Además, los suelos con mayor contenido de materia orgánica tienen una mayor capacidad de retención de agua, lo que es especialmente importante en regiones afectadas por la sequía, como es el caso de muchas zonas agrícolas en España.
BENEFICIOS DEL BIOMETANO PARA EL SECTOR PRIMARIO: SOSTENIBILIDAD Y COMPETITIVIDAD
El sector primario europeo se enfrenta a un doble reto: por un lado, cumplir con las exigencias medioambientales cada vez más estrictas, y por otro, mantener su competitividad en un mercado global. La producción de biometano ofrece una solución a ambos problemas, ya que permite a los agricultores y ganaderos reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que les proporciona una fuente de ingresos adicional y les ayuda a reducir sus costes energéticos.
En particular, el aprovechamiento de residuos ganaderos, restos de poda y otros subproductos agrícolas permite a las explotaciones transformar lo que antes era un coste —la gestión de residuos— en una oportunidad de negocio. Al producir su propia energía a partir de biometano, las explotaciones pueden reducir su dependencia de fuentes de energía externas, disminuyendo su factura energética y mejorando su sostenibilidad económica. Por otro lado, la producción de biometano también puede contribuir a la recuperación de tierras marginales, que debido a sus características no son aptas para el cultivo tradicional, pero que tienen un alto potencial para la generación de biomasa. Esto no solo diversifica las fuentes de ingresos de las explotaciones, sino que también contribuye a mejorar la gestión forestal, al aprovechar la biomasa residual de los bosques para la producción de energía, lo que ayuda a reducir el riesgo de incendios forestales.
La producción de biometano no solo tiene beneficios ambientales, sino también económicos. La construcción y operación de plantas de biometano genera empleo tanto directo como indirecto en las áreas rurales. Según un informe de Sedigas, el desarrollo de esta infraestructura en España podría generar más de 60.000 empleos directos e indirectos en las áreas rurales, ayudando a fijar población en zonas en riesgo de despoblamiento.
Además, la creación de estas plantas implica la atracción de inversiones a las áreas rurales, que contribuyen al desarrollo económico de las regiones más afectadas por el declive demográfico. La implantación de plantas de biometano no solo genera empleo en las propias instalaciones, sino también en actividades asociadas, como el transporte de residuos y la distribución de fertilizantes.
A nivel nacional, la producción de biometano tiene el potencial de contribuir al autoabastecimiento energético de España, reduciendo la dependencia del país de las importaciones de combustibles fósiles. Esto refuerza la seguridad energética del país y contribuye a la lucha contra el cambio climático, al tiempo que se generan nuevas oportunidades económicas para las zonas rurales.
EL POTENCIAL DEL BIOMETANO EN EUROPA Y ESPAÑA
El biometano tiene un gran potencial para contribuir a la descarbonización del sector energético en Europa. Un informe reciente de Sedigas estimó que en España existe un potencial de producción de 163 TWh anuales de biometano, lo que equivaldría a la creación de 2.326 plantas de producción en todo el territorio. Estas plantas estarían distribuidas entre diferentes tipos de instalaciones, desde plantas de tratamiento de residuos agroindustriales hasta plantas de biomasa forestal residual.
A nivel europeo, la Asociación Europea del Biogás (EBA) ha publicado un informe que estima que para 2040 Europa podría producir hasta 111 bcm de biometano, de los cuales 101 bcm corresponderían a los países de la UE-27. Este aumento en la producción de biometano contribuirá de manera significativa a los objetivos de descarbonización de la UE, al tiempo que generará empleo y mejorará la sostenibilidad del sector agrícola.
BIOMETANO, UNA SOLUCIÓN CLAVE PARA UN FUTURO SOSTENIBLE
El biometano se presenta como una solución estratégica para revitalizar el sector agrícola europeo, al tiempo que contribuye a la transición energética y a la independencia energética de la UE. El compromiso de Sedigas con el desarrollo de energías renovables y soluciones sostenibles sigue impulsando el biometano como una pieza clave en la lucha contra el cambio climático. Este gas renovable no solo transforma el sector primario, sino que también posiciona a las zonas rurales como actores clave en la generación de energía verde, reforzando su papel en la creación de empleo, la lucha contra el despoblamiento rural y la transición hacia una economía circular más sostenible.
En países como España, donde la sequía es un problema recurrente, la aplicación del digestato en los suelos agrícolas no solo mejora su fertilidad, sino que también incrementa su capacidad de retención de agua. Estudios han demostrado que la aplicación de compost derivado de la producción de biometano puede aumentar la capacidad de retención de agua en los suelos hasta en un 45%, lo que reduce la necesidad de riego y mejora la resiliencia de los cultivos frente a las condiciones de sequía prolongada.
Este beneficio es especialmente importante en regiones agrícolas que enfrentan condiciones climáticas adversas y volúmenes irregulares de lluvias, como muchas zonas de la península ibérica. Al mejorar la capacidad de los suelos para retener agua, el biometano contribuye a garantizar la sostenibilidad de la producción agrícola en estas regiones, al tiempo que reduce el consumo de recursos hídricos.
Aunque el biometano tiene un gran potencial, la viabilidad de su producción depende de varios factores clave. Los estudios de viabilidad, como los realizados por el Centro Tecnológico Ainia, destacan la importancia de llevar a cabo un análisis detallado de las condiciones ambientales, logísticas, agrícolas y legislativas antes de la construcción de una planta de biometano. Entre los factores clave que deben considerarse están la disponibilidad de residuos agroindustriales en el área, la optimización del proceso de digestión anaeróbica y la evaluación de la rentabilidad económica y medioambiental de la planta.
Es fundamental realizar pruebas a escala piloto para simular el proceso de co-digestión y evaluar la calidad del biogás producido, así como la aplicabilidad del digestato en los suelos agrícolas. Estos estudios permiten garantizar que la planta operará de manera eficiente y que el digestato generado será de la calidad necesaria para ser utilizado como fertilizante.