Por Unai Prieto
Es usted profesor de Psicobiología en la Universidad Complutense de Madrid. Pero… ¿qué es la psicobiología?
Es una de las áreas de conocimiento de la psicología, la rama de la ciencia que se dedica a estudiar el comportamiento tanto interno o mental como externo u observable. La psicobiología examina el comportamiento considerando la biología como causante o condicionante del mismo. La biología que subyace al comportamiento no se queda en el cerebro y el sistema nervioso, aunque son los dos objetivos más importantes de su estudio, sino que abarca a todo el organismo, incluyendo la genética, la fisiología y la anatomía.
¿Es nuestro cerebro el motor de la evolución del ser humano?
Bueno, el motor de toda evolución es siempre el ambiente. Es lo que selecciona quién sobrevive y deja descendencia y quién no. Como tal, el cerebro humano muestra claramente un número de adaptaciones que han hecho que nuestra especie sea muy exitosa en numerosos ambientes, incluso entre los más extremos y alejados de nuestro entorno original. Para nosotros, además, se da la circunstancia de que en eso que llamamos ambiente no solo entra el entorno natural y los recursos alimenticios, sino también otros miembros de nuestra propia especie. El entorno social es una fuente continua de retos y desafíos para los que nuestro cerebro está muy bien adaptado, si bien es cierto que unos mejor que otros. Siempre ha sido así.
¿Cómo está diseñado nuestro cerebro?
Precisamente que nuestro entorno social sea tan importante en cuanto a las presiones evolutivas que han conformado nuestro cerebro explica las características del mismo. El nuestro es un cerebro de primate que en algún momento superó la mayoría de las dificultades para obtener recursos naturales del medio y se preocupó más por los conflictos derivados de la competencia social: saber captar las intenciones y los propósitos de los demás, detectar la posibilidad de que nos engañen, tener la capacidad para manipular, persuadir o negociar...
¿Es verdad que solo utilizamos una pequeña parte, en torno a un 10%, o es una leyenda urbana?
Efectivamente, es un mito derivado de libros de autoayuda de los años 20 del siglo XX. Lo que no se utiliza en el cerebro se muere, por lo que siempre usamos el 100%, con mayor o menor intensidad dependiendo de la tarea y del momento. Otra cosa es que lo utilicemos eficazmente, sobre lo que tenemos mucho que aprender.
¿Por qué hay personas que tienen un cociente intelectual (CI) más alto y otras uno más bajo?
Este es un debate que se mantiene desde hace décadas. Hay un consenso en que el CI de una persona es en parte debido a su herencia genética y parte debido a su experiencia, cultura y educación. Se sabe que hay cientos de genes que contribuyen a las diferencias de CI entre las personas. En la contribución conjunta de genética y ambiente no hay debate, la discusión en realidad está en la proporción de cada factor en el resultado final y aquí las propuestas van desde un 40% hasta un 80% para la aportación de la genética. No obstante, desde el momento en que no podemos entender genética sin ambiente ni ambiente sin genética, separar en porcentajes ambas contribuciones se hace muy complejo.
¿Aún quedan misterios sobre el funcionamiento del cerebro o lo conocemos prácticamente todo?
Quedan muchos misterios, muchísimos. Es mucho lo que sabemos, pero aún estamos muy lejos de poder determinar el funcionamiento individual de las neuronas durante la realización de la mayoría de los comportamientos, lo que es muy necesario para entenderlos. Y comprenderlos es indispensable para encontrar remedios cuando hay trastornos. En las últimas décadas hemos avanzado mucho en técnicas de imagen cerebral que nos han permitido saber mucho más de lo que sabíamos hace 30 o 40 años, pero aún necesitamos conocer más detalles. Estamos aún lejos.
A su juicio, ¿cuál sería el mayor descubrimiento?
El problema más acuciante de la neurociencia es determinar cómo es posible que de la actividad de grandes grupos de neuronas, muchas veces dispersos en diversas áreas del cerebro, se originen estados mentales conscientes. No sabemos qué es exactamente la consciencia, aunque sepamos que depende enteramente de la actividad cerebral. Pero saber cómo la mente se produce a partir de la actividad cerebral sigue siendo un gran problema.
También es un amante de la música y que toca la guitarra. ¿Cómo actúa la música en el cerebro? ¿Qué efectos nos produce?
La música produce diversos tipos de emociones y estas son el motor de todo. La música tiene múltiples efectos en el cerebro, dependiendo de la estructura de la misma, de su cadencia, ritmo y frecuencia. La música puede producir desde tener ganas de hacer cosas, ganas de vivir, hasta permitirnos realizar tareas cognitivas con un mejor nivel de rendimiento.
Cerebro y tecnología, ¿hasta dónde puede hacernos llegar esta unión?
Si bien lo social ha sido el principal motor de la evolución de nuestro cerebro, la tecnología ha jugado también un papel muy relevante, desde la fabricación de las primeras herramientas de piedra hace cerca de tres millones de años. En los últimos años se está avanzando en la incorporación de la tecnología en el propio cerebro para mejorar su rendimiento. Es un campo que está sufriendo un tremendo desarrollo en estos momentos y no estamos lejos de poder tratar problemas como la depresión, el trastorno de estrés postraumático, la esquizofrenia o la parálisis, entre muchos otros, mediante dispositivos insertados en el cerebro.
¿Cómo cree que será nuestro cerebro en el futuro?
No se sabe. Es todo un misterio. Es muy probable que los factores sociales sigan teniendo mucha importancia e incluso que cada vez tengan más. Quien gane y sea exitoso en los retos que esto supone sobrevivirá más y mejor y, probablemente, deje más descendencia. El cerebro del futuro será más capaz de moverse entre los retos sociales que el actual.
¿Cómo puede ayudar la neurociencia a fomentar un uso sostenible y eficiente de la energía?
La neurociencia, en su contribución a la psicología, va descubriendo qué motiva al ser humano, qué emociones le mueven principalmente. Muchas de estas son sociales, como la culpa, la vergüenza o el orgullo. Teniendo todo esto en cuenta, se pueden diseñar estrategias que permitan al usuario tomar decisiones apropiadas, considerando una selección clara y concisa de la información relevante, pertinente y enmarcada en una conciencia de grupo donde la solidaridad y la pertenencia a la humanidad fomenten emociones que impidan el egoísmo y la gratificación inmediata. Cuestiones que muchas veces causan comportamientos inadecuados y con consecuencias negativas en el medio y el largo plazo.