"Hay que derribar el mito que presupone a una persona positiva como utópica, ingenua o superficial" | Irene Villa, psicóloga, periodista y escritora



La adversidad ha hecho más fuerte a Irene Villa. Desde niña, a causa del atentado de ETA que tantas cicatrices le dejó, ha demostrado una capacidad de superación digna de admiración. No ha parado de sonreír y de mostrar a la vida su mejor cara. Hoy, nos encontramos con una gran profesional del periodismo y la psicología, madre de tres hijos, que lleva su mensaje de tolerancia por donde quiera que va.

PILAR ORTEGA

¿El tiempo amortigua las heridas?

¡Por supuesto! El tiempo, las ganas de estar bien y la esperanza. Mantener la esperanza cuando parece que te arrebatan todo de golpe es vital. Nunca pienso en lo que he perdido, sino en lo que puedo lograr. Creo que la vida siempre es una cuestión de actitud y de perspectiva, algo que nadie puede arrebatarnos.

El día de su atentado marcó un antes y un después en su vida. ¿Qué otras fechas han servido para soportar aquel sinsentido en su biografía?

Sin duda, las del nacimiento de mis tres hijos. Y enfocarme siempre en la parte positiva de todo. Tras aquel atentado, de una forma involuntaria, me enfoqué en no repetir el curso escolar ni perder a mis amigas, pese a que acababa de romperse mi vida en dos.

Las palabras “orgullo” y “reto” seguro que presiden su vida diaria.

Soy amante de los retos y desafíos porque me obligan a estar activa y a tener alta mi energía vital. Creo que tendríamos que ponernos retos siempre para que el ánimo no decaiga y no dejar hueco a la depresión, porque donde hay un vacío, allá llegará el negativismo para llenarlo.  

Es columnista y comentarista en varios medios de comunicación. ¿Cuáles son los temas que más le interesa tocar?

La paz, la libertad, la igualdad de oportunidades y la defensa de los derechos humanos, valores que han marcado mi vida. En realidad, los pilares que me han completado y potenciado son el amor, el deporte, la solidaridad y, sobre todo, dar vida tres veces. La maternidad ha recompensado con creces todo el dolor.

Además, ha escrito varios libros, todos ellos emocionantes. El último, “Los ochomiles de la vida”. Ya el título lo dice todo.

Hablo de las muchas dificultades de la vida y de cómo afrontarlas, especialmente con optimismo. Hoy más que nunca necesitamos llenarnos de optimismo para saber que podremos revertir hasta la situación más dramática.  Hay que derribar el mito que presupone a una persona positiva como utópica, ingenua o superficial. 

También es psicóloga. No sé si por ello defiende que todo está en la cabeza y no en el cuerpo.

Cuento las ventajas de ser optimista allá donde voy porque significa ver más posibilidades que limitaciones: nos permite luchar contra la adversidad con lo mejor que llevamos dentro: nuestra actitud, nuestra resiliencia y nuestra inteligencia emocional. Por el contrario, el pesimismo conlleva dolor y sufrimiento, porque se orienta hacia lo que puede salir mal, y acaba atrayendo todo tipo de calamidades. El optimismo nos empodera, mientras que el pesimismo nos debilita. 

Son innumerables los galardones que ha recibido y merecido. ¿Qué son los premios para usted?

El cariño de tanta gente expresado en forma de reconocimiento a una actitud, trayectoria o filosofía de vida.

Le he escuchado decir que los médicos son nuestros ángeles en la tierra. ¿Cómo explica a sus hijos lo que le sucedió?

Se lo explico tal y como ocurrió. Mi deseo de que algún día se viera el terrorismo como vemos la guillotina, por ejemplo, se ha cumplido. Por suerte, a mis hijos todo les suena a una era pasada.

¿Qué cosas tienen que ocurrirle una jornada normal para que diga “hoy ha sido un gran día”?

Los mejores días son los que están llenos de sonrisas. Sonrío viendo a mis hijos conseguir cosas y disfrutar del deporte, los juegos o la música, pero los días grandes son cuando conseguimos iluminar otras vidas, dar aliento a personas en duros procesos o yendo al hospital a visitar a personas que pasan por lo mismo que yo pasé.

Dígame algún personaje que admire de la historia, la literatura, el arte…

Santa Teresa de Calcuta por las grandes lecciones y filosofía de vida que nos dejó. Facundo Cabral, a quien no me canso de oír. Frida Kahlo, también una maestra adelantada a su tiempo… y de la literatura me encanta Julia Navarro.

¿Cree que vivimos tiempos turbulentos?

Una pandemia que se llevó a seres queridos, una guerra, una crisis económica, no sabemos qué más… Sí, son tiempos difíciles, pero nada que no sepamos afrontar con actitud positiva y energía de la buena.

¿Considera que vivimos un buen momento para el periodismo?

Hoy cualquiera es su propio dircom. Las redes sociales son fuente de notas de prensa diarias. Por suerte, siguen existiendo medios de comunicación, pero cada vez menos “de masas”, y lo que nos enseñaron en la carrera de veracidad, objetividad, imparcialidad… a veces parece que cuesta.

Fuera del ámbito periodístico y literario, ¿cuáles son sus asideros, sus aficiones?

Mis hijos. Me apasionan su entusiasmo y su energía inagotable. Ojalá tuvieran el botón de off (sonríe). También hacer deporte, pilates, estirar, esquiar, salir con amigas, viajar, ir a Soria, a la playa, a la montaña…

¿Cómo le gustaría ser recordada?

Como alguien que contagió su ilusión por la vida para que nuestros ojos nunca dejaran de brillar. Ése es nuestro verdadero poder, estés en la circunstancia que estés. Los saharauis, por ejemplo, me demostraron que ni la extrema pobreza es capaz de apagar la luz de sus ojos.

 

PREGUNTAS CON ENERGÍA

¿Se considera una persona comprometida con el medioambiente?

Muchísimo. Amo la naturaleza. En un mundo estresado, plagado de tecnología y celeridad, tener contacto con la naturaleza nos proporciona un estado de calma que necesitamos. 

¿Qué gestos le emocionan en la lucha contra el calentamiento global del planeta?

El compromiso de cada ciudadano, porque todo empieza por uno mismo, y la conciencia de un mundo global tenía que llegar. Ahora queda que llegue la paz.