Por Juan Carlos Giménez
¿Qué objetivos se ha marcado para los dos años de su mandato al frente de la asociación?
Fijamos nuestras prioridades en la Asamblea General de socios que se celebró en febrero pasado en Milán, donde Italgas nos pasó el testigo de la Presidencia. Lo fundamental: convencer a los responsables de la política energética en Europa del rol crucial que las redes de gas tienen en la transición energética. Es necesario pasar a la acción, dar el impulso que se necesita para posicionar a los DSOs (ndr: operadores del sistema de distribución en sus siglas en inglés) como palancas clave en el contexto actual y en la nueva política energética. El objetivo a 2050 está claro pero el camino para alcanzarlo, no tanto. La estrategia de la UE está siendo revisada, hay debates abiertos incluso se cuestiona si hemos de empezar de cero en algunos ámbitos. La insistencia por alejarse de los combustibles fósiles se mantiene, hay que redoblar los esfuerzos en descarbonización, fijar nuevas prioridades y aprovechar la oportunidad que nos da el RePowerEU.
La asociación tiene aún una trayectoria relativamente corta, puesto que se creó en 2018. ¿Cuál es su marca distintiva frente a otras agrupaciones de empresas del sector gasista europeo?
Tenemos vocación de ser la voz única del sector de la distribución de gas en Europa. Los DSO tenemos una perspectiva única del sector ya que ocupamos el territorio con una capilaridad inigualable y tratamos a diario con consumidores. También jugamos un rol relevante en el desarrollo y conexión de puntos de producción de energía renovable en forma de biometano y, en un futuro, también de hidrógeno. Para ello, contamos con la colaboración de las asociaciones gasistas nacionales como Sedigas así como de otras importantes asociaciones gasistas con las que nos coordinamos. Recogemos los mensajes y buscamos un discurso común que podamos trasladar en Europa. Los responsables políticos desconocen las diferencias entre las diferentes asociaciones.
¿Cómo calificaría el grado de interlocución alcanzado con los organismos y autoridades de la UE responsables de la toma de decisiones en materia de energía?
Desde el final del Covid, el grado de interlocución a todos los niveles institucionales europeos ha sido creciente. Más aún desde la publicación del plan REpowerEU. Bruselas ha puesto el foco en cómo mejorar la seguridad de suministro y cortar la dependencia del gas importado de Rusia, manteniendo los estándares de seguridad, competitividad y calidad de la industria y por supuesto, de los ciudadanos europeos. Fuimos invitados a la comisión ITRE del Parlamento Europeo donde como presidente pude explicar cómo el gas y las redes pueden apoyar en todos estos aspectos. En las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de vernos con altos funcionarios de la UE, como Margaritis Schinas, VP y Comisario Europeo, Pinto Antunes, del gabinete del Comisario de Agricultura o Jens Geier, europarlamentario de la comisión ITRE, rapporteur del Paquete de Gas. En dichas reuniones tuvimos la ocasión de explicar el rol de los distribuidores en la transición energética y nuestro compromiso con la sostenibilidad, así como las necesidades en materia regulatoria y de apoyo para lograr los ambiciosos objetivos del plan REPowerEU. En todos los casos, recibimos un mensaje de apoyo a la visión de GD4S, instando a sus miembros a contactar a sus respectivos gobiernos nacionales, puesto que el plan REPowerEU es una propuesta en la que los gases renovables juegan un papel fundamental para Europa.
El Pacto Verde Europeo es la piedra angular sobre la que se sustentan las políticas de la UE en materia de energía y clima. ¿Cuál es su valoración de este “Green Deal” y de las normativas a que ha dado lugar desde su aprobación en diciembre de 2019?
Como hemos dicho antes, existe un acuerdo sobre el punto de llegada, pero no sobre el cómo llegar allí. Pensamos que el gas seguirá teniendo un papel relevante en el mundo y también en el mix energético europeo, aunque no lo hemos visto reflejado adecuadamente. En el escenario de electrificación más acelerado de la demanda final en Europa, la patronal eléctrica fija un techo del 60% en 2050. Es decir, que incluso en ese escenario, que le diría es altamente improbable, el 40% de esa demanda debe ser cubierta por otras formas de energía, siendo el gas y los gases renovables la solución más eficiente desde el punto de vista económico y medioambiental. En España, en 2020 se consumieron 360TWh, de los cuales más de un 70% se consumió como energía primaria en el mercado industrial, comercial y doméstico. Y debo recordar que el gas aún hoy juega un rol descarbonizador desplazando energías más contaminantes como el gasóleo de calefacción y el butano. Finalmente, el gas puede descarbonizarse en su totalidad. Es fundamental la inclusión en el Pacto Verde Europeo de los gases renovables y las redes que los vehiculan, para permitir que desempeñen esa labor.
La escalada del precio de la energía se ha convertido en una de las preocupaciones prioritarias para empresas, gobiernos y particulares. ¿Cómo cree que va a evolucionar la situación a corto y medio plazo?
No me corresponde como responsable de una compañía de infraestructuras ni como presidente de GD4S el hablar de precios. En cualquier caso, es difícil poder hablar de evolución de precios en un entorno de tanta volatilidad. Sí quisiera hacer una reflexión sobre los precios actuales del CO2, superiores a 80EUR/t, y con perspectivas al alza, que hacen cada vez más competitivas las soluciones descarbonizadas. De igual modo a la volatilidad que muestran los precios del gas, que están sujetos a fuerzas de mercado que no controlamos al ser un país importador. Y aquí es donde los gases renovables y, en particular, el biometano, entran en juego y aportan una solución descarbonizada, una solución a la gestión de residuos, convirtiendo un problema en un recurso energético – economía circular, una mejora de la balanza de pagos y competitividad y un aporte positivo a la economía rural y al mundo agrícola. Además, colabora con una transición justa y con el reto demográfico y apoya la seguridad de suministro al reducir la dependencia del exterior
¿Cómo cree que puede afectar la situación generada por la guerra a la transición ecológica, y más concretamente al papel del gas natural y al gas renovable?
Las guerras, todas, son una desgracia, una situación indeseada e indeseable para todos. Y no podemos hacer más que mostrar nuestro rechazo a la violencia y solidaridad con todos los afectados. Como distribuidores queremos poner la infraestructura al servicio de los consumidores, convencidos de que el gas y las redes tienen la capacidad de resolver lo que se denomina tradicionalmente el “trilema energético”. El gas juega un rol fundamental en el desarrollo económico, la seguridad de suministro y la mejora de la calidad de vida de las personas, también en clave ambiental. Lo que en este escenario solicitamos es una dosis de realismo en la elaboración de políticas y normativas energéticas. Reconociendo la labor clave de las redes de gas en la transición energética.
Según GD4S, la infraestructura de gasoductos está llamada a jugar un papel clave, tanto en la transición energética como cuando el objetivo de cero emisiones sea ya una realidad. ¿Cree usted que las autoridades europeas están alineadas con esta visión?
La infraestructura gasista tiene un papel fundamental tanto para dar solución a las necesidades de corto plazo, fijadas en el plan REPowerEU, como para contribuir a alcanzar los compromisos adquiridos en el Pacto Verde Europeo. Sin embargo, a pesar de contar con una red preparada para acometer este reto, es necesario contar con incentivos y un marco regulatorio europeo claro para aumentar masivamente la producción e inyección de biometano e hidrógeno en la red y alcanzar los objetivos establecidos para 2030.
¿Qué medidas considera imprescindibles para una adecuada promoción de los gases renovables en Europa?
Según un estudio de la propia CE, existe un potencial de producción de biometano de 1.200 TWh en Europa, repartido de forma desigual entre países. Sin embargo, las medidas adoptadas para fomentar su desarrollo, como son un marco regulatorio estable o ayudas e incentivos, difieren enormemente entre los estados miembros, dificultando la consecución de objetivos globales. Un marco regulatorio adecuado que facilite la inyección de biometano en la red es necesario. Pero también trasladar el objetivo de 35 bcm en una medida vinculante a nivel de estados miembros de UE, acelerar la tramitación de los proyectos o la creación de una entidad de distribuidores (DSO entity) que vele por dotar de mayor capacidad a los gestores de infraestructuras para superar las barreras técnicas y económicas.
¿Y en España? ¿Qué medidas específicas harían falta para impulsar los gases renovables?
España, con 137 TWh, es el tercer país europeo en potencial de producción de biometano, muy cerca de Francia y Alemania, y sin embargo está muy lejos del grado de desarrollo de estos países. La recientemente aprobada Hoja de Ruta del Biogás refleja una clara falta de ambición por obtener el máximo provecho de dicho potencial. Las medidas que hemos comentado anteriormente ya han sido adoptadas por los países más desarrollados en materia de biometano. Facilitar las conexiones a red, feed-in-tariffs, contratos por diferencias, permitir el flujo inverso, etc., son ejemplos de medidas concretas. Adicionalmente el establecimiento de un sistema de garantías de origen que permita extraer todas las ventajas de su carácter renovable por parte de los usuarios finales es fundamental.
El hidrógeno aparece como uno de los elementos clave en un modelo neutro en carbono, y la red gasista tiene capacidades para constituir su principal infraestructura de transporte. ¿Cuáles son a su juicio los principales obstáculos que plantea el blending, tanto en el plano técnico como en el normativo?
El hidrógeno está en boca de todos y los DSOs somos los principales facilitadores para su desarrollo. La incorporación del hidrógeno en la infraestructura de gas permite la integración de la creciente producción de energía renovable intermitente, un problema aún sin solución. Más que obstáculos hablaría de necesidades de adaptación de la red existente, para vehicular concentraciones crecientes de hidrógeno en la red.
La principal demanda de los operadores del sistema de distribución de gas parece orientarse a un marco regulatorio claro, que propicie la innovación y la inversión en mejoras de las actuales redes. ¿Qué mejoras concretas se están demandando?
Principalmente, se está demandando un marco regulatorio estable, más allá del 2026, y a corto plazo se nos plantean dos retos: la digitalización, a través de los contadores digitales, y la promoción y producción masiva del biometano. A medio plazo, a partir del 2027, sería oportuno considerar una regulación que incentive el desarrollo de redes donde tenga sentido desplegarlas para seguir avanzando en la descarbonización y a la vez apoyando la industrialización de la economía. Adicionalmente, es importante contar con una regulación que retribuya a la inversión que los operadores de red realizarán a lo largo del tiempo para adaptar las redes a una transición energética a largo plazo.