La Reunión Anual de Sedigas celebrada el 27 de mayo ha servido como cada año para marcar un punto de inflexión en el ‘calendario energético’, tanto por los relevantes asuntos abordados, como por la efeméride de la edición de 2024. La presente cita ha tenido un significado especial al conmemorar su 50 edición y servir para recordar y poner en valor la trayectoria de la asociación y la contribución del sector gasista español al desarrollo económico y social del país durante cinco décadas. Como es habitual, nos ha permitido abordar los asuntos de interés que marcan la actualidad sectorial y también las cuestiones más estructurales que definirán el futuro de nuestra industria.
La sostenibilidad, la seguridad de suministro, la asequibilidad y la competitividad energética han acaparado los debates. También se han analizado otras cuestiones tan concretas y relevantes como las futuras políticas de energía y clima en Europa, el potencial de producción de los gases renovables en España, la relevancia de la infraestructura gasista o la de los ciclos combinados para la seguridad del sistema eléctrico nacional, entre otros.
Todos convinimos que el sistema gasista español demostró de nuevo su resiliencia en 2023, operando con total normalidad y garantizando a todos los consumidores el suministro de gas los 365 días del año. Un ejercicio también de notable crecimiento de la producción de las tecnologías renovables, en el que los ciclos combinados demostraron el imprescindible papel que juega el gas natural como respaldo de esas energías en momentos de indisponibilidad o de intermitencia para otorgar firmeza y estabilidad al sistema eléctrico. No es de extrañar, por tanto, que el sector reivindicara, tras la reciente aprobación de la reforma del mercado eléctrico europeo, una urgente materialización de la norma que permita en España el despliegue de los mercados de capacidad.
Las cuestiones relativas a la asequibilidad y la seguridad de suministro cobran más relevancia si cabe en un momento en el que, desde Europa, se discute el modelo mismo de la competitividad del continente, como bien refleja el “Informe Letta”; un documento en el que el ex primer ministro italiano aborda el papel de industrias estratégicas como, precisamente, la energética para asegurar la seguridad económica y la competitividad de la Unión Europea, lo que requiere dar respuesta al reto del aumento de la producción de energía de manera más eficiente.
Por nuestra parte, vamos a seguir insistiendo en que invertir en gases renovables es invertir en el futuro de España, aprovechando el enorme potencial reconocido, tanto de biometano como de hidrógeno renovable. Porque allí donde ya hay una infraestructura de transporte o distribución de gas en operación, existe la oportunidad de aprovecharla para vehicularlos hasta los puntos de consumo. Por eso, asociaciones, empresas y administraciones públicas debemos ser capaces de trabajar de forma conjunta y colaborativa para transformar esta visión en una realidad material, asegurando un futuro energético más sostenible.
Más aún si queremos que nuestro sistema conserve su posición como referente para la seguridad de suministro europea, gracias a una situación geográfica privilegiada y una red de infraestructuras moderna y robusta. En este sentido, destacaría la intervención de Arturo Gonzalo Aizpiri, consejero delegado de Enagás, que puso de relieve como en los dos últimos años se ha constatado que, gracias a esa infraestructura y un suministro altamente diversificado, se ha podido no solo asegurar el suministro nacional, sino contribuir además solidariamente a la seguridad energética de Europa.
Debemos seguir insistiendo en que, con un potencial de producción anual de 163 TWh, el biometano puede cubrir más del 50% de la demanda nacional de gas natural, reduciendo la dependencia energética del exterior, mejorando la balanza comercial y favoreciendo la soberanía energética del país. No cabe duda de que España tiene un enorme potencial en cuestión de gases renovables. Pero, como recordó el presidente y consejero delegado de Naturgy, Francisco Reynés, “hoy está a la cola de Europa”.
Las claves, siguiendo su diagnóstico, pasan por fomentar la inversión y vencer los aspectos que hoy en día la desincentivan. Además, siguiendo con su análisis, abordar los retos del trilema energético pasa por descarbonizar desde un concepto más amplio que el de la simple electrificación; es decir, “que todo se haga sin poner en riesgo la seguridad del suministro; y que se realice de forma asequible tanto para ciudadanos como para empresas”. Por eso resulta fundamental una política energética e industrial que considere la neutralidad tecnológica, que tome en consideración de forma conjunta y equilibrada las tres dimensiones señaladas y ayude a que la ciudadanía confíe y perciba la transición energética como una transformación positiva, justa y ordenada.
La transformación que estamos abordando para lograr alcanzar los ambiciosos objetivos climáticos en el horizonte 2050 implica una reconfiguración integral de nuestro modelo productivo. En este contexto, la colaboración público-privada adquiere una relevancia sin precedentes, y nuestro sector es un buen ejemplo de compromiso con el diálogo constructivo y fundamentado en el rigor y la evidencia científica. Sedigas se mantendrá a la vanguardia, liderando los esfuerzos necesarios para un futuro más próspero y sostenible, proyectando esta misión por otros 50 años y más.