Hace tres meses firmaba este editorial a las puertas de nuestra Reunión Anual 2022, una cita que se antojaba especialmente relevante por el esperado reencuentro tras dos años de pandemia, pero sobre todo por la extraordinaria coyuntura que desde hace meses atraviesa el sector energético europeo. Desde la perspectiva que aporta echar la vista atrás hoy día, creo que puedo afirmar con pleno convencimiento que la jornada fue un éxito y que contribuyó a consolidar, con un alcance y amplificación sin precedentes, algunos de los mensajes más estratégicos que desde el sector llevamos años defendiendo. El más importante, sin duda, la robustez y resiliencia del sistema gasista español, y el protagonismo que éste puede adquirir a la hora de garantizar la seguridad de suministro y la soberanía del mercado energético europeo. También el potencial de nuestro país para alzarse como futuro hub de gases renovables, algo para lo que ya estamos preparados y que, en este momento, adolece de una regulación que favorezca una rápida materialización de los proyectos y las interconexiones con Europa para hacerlo realidad.
El periodo estival, si bien ha servido para tomar un poco de distancia y comenzar con fuerzas renovadas el nuevo curso energético, dista mucho de haber sido tranquilo. El mes de julio traía el anuncio del Gobierno de crear un impuesto temporal para gravar los “beneficios extraordinarios” de las empresas energéticas. Ese anuncio - transformado después en Proposición de Ley, que acaba de iniciar de hecho su tramitación parlamentaria - ya recibió nuestro rechazo y mostramos nuestra preocupación por su deficiente rigor técnico y quebrantamiento del principio esencial de seguridad jurídica. Confiamos ahora en que las iniciativas que parten de Bruselas puedan superarla y se pueda alcanzar una solución completa, consensuada y de aplicación común en toda la UE.
Poco después, la Comisión Europea presentaba Save Gas for a Safe Winter, su plan de emergencia en el ámbito del ahorro, eficiencia y solidaridad en el consumo de gas, que de nuevo movilizaba la agenda política en pleno periodo vacacional. Durante estos meses se han sucedido las reuniones entre las Administraciones y los distintos actores energéticos para consensuar las medidas del plan de contingencia que España deberá presentar a Bruselas para cumplir con su compromiso de ahorrar un 7% de gas hasta marzo de 2023. Una agenda en la que Sedigas ha sido parte muy activa con la celebración de dos reuniones en las que hemos trasladado nuestras propuestas a la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico del Gobierno de España, Teresa Ribera.
Las últimas semanas han traído consigo una medida que el sector venía reclamando desde hace casi un año: la rebaja del IVA del gas del 21% al 5% y, con ella, el fin de la discriminación fiscal que sus consumidores venían sufriendo con respecto a los eléctricos. Una decisión muy celebrada por Sedigas, de la que estimamos que podrán beneficiarse unos 7,8 millones de consumidores domésticos a partir de octubre, pero que, en nuestra opinión, podría complementarse con una reducción también del IEH hasta el mínimo que ahora permite Bruselas.
Mientras cierro estas líneas, Europa prepara su batería de medidas para garantizar la seguridad de suministro y controlar los precios de la energía. Y lo hace en un contexto marcado por una incertidumbre aún mayor, con el principal gasoducto de vía de entrada del gas ruso a Europa cerrado hasta nuevo aviso. Este escenario vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de habilitar nueva capacidad de interconexión que permita a los Estados miembros ganar independencia energética frente a Rusia. Ahora más que nunca, debemos seguir defendiendo la relevancia estratégica de los proyectos de interconexión, que más allá de aumentar los volúmenes de gas natural hoy, impulsaría a futuro el flujo de gases renovables (biometano e hidrógeno verde), fuentes de energía descarbonizadas y autóctonas, que serán clave para la ansiada soberanía energética.
Nos espera un otoño cargado de desafíos, en el que seguiremos lidiando con un mercado tensionado, con precios elevados y con un sinfín de debates en Bruselas sobre aspectos tan decisivos como la posible reestructuración del mercado eléctrico europeo, la búsqueda de alternativas al TTF holandés como referencia del precio del gas, la potencial intervención del mercado energético europeo o la fijación de un precio máximo al gas ruso.
Una coyuntura compleja, pero en la que España parte de una posición que nos permite abordarla – con toda la prudencia debida - desde una cierta tranquilidad y desde el convencimiento de que debemos seguir promoviendo el diálogo para, entre todos, encontrar una respuesta europea común y coordinada ante la incertidumbre que nos presenta este próximo invierno.