La fiabilidad, flexibilidad, alto poder calorífico y menor costo del gas natural lo convierten en una energía indispensable para mantener y aumentar la competitividad de la industria nacional, sustituyendo progresivamente a otros combustibles más contaminantes o menos eficientes.
Desde que en 1969 el primer barco de gas natural licuado (GNL) procedente de Libia llegó al puerto de Barcelona, el sector del gas natural y la industria española ya no han dejado de caminar juntos. A escala mundial, la demanda de gas para la industria aumentará más del 45% hasta 2035 según la Unión Internacional de Gas (IGU).
El gas natural se ha convertido en un fuerte aliado para la industria, ya que su utilización directa o a través de instalaciones de cogeneración mejora la competitividad de las empresas al permitir producir electricidad a precios muy ventajosos. Se estima que una compañía de mediano tamaño podría ahorrar hasta un 48% en sus costes con respecto al gasóleo.
Por ello, la industria se ha convertido rápidamente en el principal consumidor de gas natural en España. Según los datos de Enagás, en 2019, la demanda empresarial fue del 54% del total, seguido de la producción de electricidad con el 28% y el uso doméstico y comercial con el 15%.
Cogeneración, ahorro y eficacia garantizada
La industria española destina la mitad de su consumo de gas a la cogeneración, es decir, la producción simultánea de energía eléctrica y calor útil. Una técnica de ahorro y optimización de recursos.
Además, si se opta por la modalidad de alta eficiencia, que conlleva un ahorro energético superior al 10%, este método alcanza rendimientos de hasta el 90% y suele producir excedentes de calor y electricidad que se revierten a la red y terminan empleados mayoritariamente en el entorno local.
Actualmente, España cuenta con unas 1.000 empresas con instalaciones de cogeneración, casi todas con el gas natural como combustible, lo que las hace más competitivas y se consiguen importantes ahorros para el país.
Gas natural e industria han creado un binomio capaz de aportar crecimiento económico al país al tiempo que se da un paso esencial en la transición energética y ecológica.
Gracias a la óptima transmisión del calor en la masa y su disminución en la generación de manchas y decoloraciones, el gas natural ofrece mejores resultados en las tres etapas de transformación de estos materiales: atomización, cocción y secado.
Es perfecto para todas las técnicas del calentamiento de metales: fusión, recalentamiento o tratamientos térmicos.
Este sector es uno de sus mayores consumidores ya que puede utilizarse como fuente de calor para la generación de vapor y el calentamiento de unidades y como materia prima para la elaboración de plásticos y productos químicos.
Al contar con una gran estabilidad mejora la gestión de temperaturas en los hornos durante la cocción y el secado. También cumple con las exigencias de calidad ISO, indispensables para ciertos productos de exportación.
Permite un calentamiento directo por conexión, lo que incrementa la producción y la calidad de las prendas. Al mismo tiempo, sirve para diversos procesos como el abrasado, el calandrado, el presecado, la polimerización…
Debido a que reduce el mantenimiento, el gas natural consigue alargar la vida útil de los hornos destinados al sector cementero. Además, minimiza los gases de combustión contaminantes.