El gas natural licuado y el gas natural comprimido son una alternativa real, asequible y eficiente para reducir las emisiones del transporte y mejorar la calidad del aire.
Según la Agencia Internacional de la Energía, el transporte representa el 23% de las emisiones mundiales de CO2 y el 28% de la demanda de energía final en el mundo. Por este motivo, la reducción de emisiones en este sector es imprescindible para alcanzar la neutralidad en carbono, un objetivo fijado por la Unión Europea para el año 2050.
En este contexto, el gas natural comprimido (GNC) y el gas natural licuado (GNL) son una alternativa real y asequible para reducir las emisiones de CO2 y para mejorar la calidad del aire, especialmente en el transporte pesado y marítimo, donde las soluciones eléctricas no son viables a corto y medio plazo.
La implantación del gas natural en el transporte marítimo y terrestre permitiría, además, el uso en un futuro de los gases renovables: hidrógeno vede, biometano y gas natural sintético.
El 50% del transporte pesado solo puede descarbonizarse a través del gas natural y en un futuro próximo con gases renovables
El gas natural comprimido (GNC) se utiliza en turismos, furgonetas, autobuses y camiones de corta distancia. Por su parte el gas natural licuado (GNL) se usa en camiones y autobuses de media y larga distancia. Ambos combustibles tienen las mismas ventajas medioambientales y permiten la circulación bajo cualquier alerta atmosférica o restricción de paso gracias al distintivo medioambiental ECO.
Actualmente el 54% de la energía que consume el ferrocarril en el mundo es de origen fósil, por lo que la descarbonización de este sector tiene un largo recorrido. Frente al coste que supondría la electrificación total de las líneas, el gas natural representa una opción más asequible, ya que la infraestructura es fácilmente adaptable a partir de las soluciones existentes para el segmento de movilidad de carretera.
El gas natural es la única opción viable a corto-medio plazo para cumplir con el objetivo de la Organización Marítima Internacional: reducir en 2050 el 70% las emisiones de CO2 del transporte marítimo respecto a 2008. Además, el GNL se ajusta al límite de emisiones de óxidos de azufre (SOX) que entró en vigor en 2020. Por la capacidad de las plantas de regasificación, su experiencia y su situación estratégica, los puertos españoles tienen el potencial para convertirse en una referencia en el suministro de GNL a buques (bunkering).