Por Juan Carlos Giménez
El pasado mes de septiembre, Sedigas lanzó una campaña informativa para impulsar el Gas Natural Comprimido (GNC) como una alternativa de movilidad eficiente, rentable y sostenible. El objetivo no es otro que contribuir a la descarbonización del transporte y avanzar hacia un futuro de movilidad 100% renovable. Y para ello se propone la utilización del GNC, un combustible que sería el puente hacia fuentes de energía 100% renovable como el biometano.
Como su propio nombre indica, se trata de gas natural almacenado a altas presiones, habitualmente entre 200 y 250 bares, y compuesto principalmente de metano. Al tener un alto índice de hidrógeno por carbono, es una sustancia que produce menos dióxido de carbono por unidad de energía entregada, en comparación con otros hidrocarburos más pesados.
Tras varias décadas de experiencia en aplicaciones domésticas (sistemas de calefacción, climatización, agua caliente y cocinas), el GNC es sin duda uno de los combustibles más probados y seguros del mercado. Y esa seguridad lo convierte en una alternativa idónea para su utilización en flotas de vehículos. Como parte de la familia del Gas Natural Vehicular (GNV), se ha convertido en una apuesta cada día más utilizada por empresas con flotas propias y por profesionales del transporte y la movilidad urbana. De hecho, a finales de 2022 había registrados en España cerca de 35.000 vehículos impulsados por GNC. Y la cifra sigue creciendo.
Una de las razones de su creciente utilización es el hecho de que no solamente es apto para vehículos diseñados y fabricados específicamente para moverse impulsados con gas, sino que automóviles convencionales a gasolina o gasoil pueden adaptar sus motores a esta nueva fuente de suministro. De tal forma que el gas natural se está convirtiendo de hecho en una de las mejores alternativas para las flotas profesionales a la hora de afrontar el reto de la descarbonización.
Pero, siendo la sostenibilidad una cuestión central, no se trata de la única ventaja que el GNC puede aportar a profesionales y empresas del transporte, ya que a ella se suman otras como el ahorro de costes, el rendimiento del vehículo, la seguridad y comodidad para la persona que va al volante, menores ruidos y emisiones contaminantes… y, por supuesto, una calificación ambiental que les permite un acceso prioritario y sin restricciones a las nuevas zonas de bajas emisiones que se están implantando en municipios de más de 50.000 habitantes. Pero veamos cada una de estas ventajas en detalle.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, el gas natural vehicular es una de las alternativas más limpias para el transporte, puesto que reduce casi en un 100% la emisión de partículas en suspensión, elimina los óxidos de azufre, genera un 85% menos de dióxido de nitrógeno, y puede llegar a suponer una disminución de hasta el 25% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2, el principal responsable del efecto invernadero).
Por otra parte, el Gas Natural Comprimido presenta un octanaje muy elevado, lo que le garantiza un mejor rendimiento. Y los propios vehículos propulsados por este gas disponen de un motor con un alto grado de eficiencia y fiabilidad. Y a ello se suman ventajas económicas directas: el GNC puede ser hasta un 50% más que los combustibles convencionales.
El atractivo del gas para el transporte sube enteros también cuando se contempla la perspectiva de los propios profesionales del volante: una combustión considerablemente más silenciosa (hasta cinco decibelios menos que un motor diésel, lo que contribuye también a una mejora del entorno urbano en términos de contaminación acústica) y una reducción sustancial de las vibraciones del motor hacen que conducir un vehículo a Gas Natural Comprimido resulte notablemente más cómodo.
Pese a tratarse de una alternativa no tan extendida como otras más tradicionales, el repostaje no es ningún problema: hablamos de vehículos con autonomías de entre 700 y mil kilómetros, y están ya disponibles más de 165 estaciones de suministro desplegadas por todo el país. Adicionalmente, los tiempos para rellenar el depósito son cortos, equiparables a los de los motores diésel y gasolina, y por tanto mucho más breves que los de un automóvil eléctrico.
La seguridad es otro de los puntos fuertes del gas natural aplicado al transporte: se trata de una tecnología muy madura, probada en múltiples entornos, que ofrece un grado de fiabilidad como pocas fuentes de energía. A diferencia de los carburantes tradicionales para vehículos, el GNC se almacena en forma gaseosa y, en caso de accidente, no se derrama, sino que se evapora en el aire.
Ventajas pues en los órdenes de la sostenibilidad, el rendimiento, el ahorro, la comodidad, la seguridad… a las que ha venido a sumarse la normativa relativa al transporte por carretera. Un Real Decreto aprobado a finales de 2022 obliga a todos los municipios con más de 50.000 habitantes, así como a aquellos entre 20.000 y 50.000 en los que esté en riesgo la calidad del aire, calidad del aire, a desarrollar las denominadas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE).
Una normativa que, limita el acceso de vehículos a los núcleos urbanos en función de su eficiencia energética, y puede llegar a impedir la circulación de aquellos que consumen gasolina o diésel. La medida no afecta sin embargo a automóviles propulsados por GNC, gracias a su bajo nivel de emisiones anteriormente mencionado, que les otorga una etiqueta ECO. Y no hay que olvidar que un acceso prioritario y sin restricciones a las ZBE será esencial para una buena calidad de los servicios de transporte y entrega en las ciudades.
En capitales como Madrid, Barcelona o Sevilla, los vehículos a gas gozan además de una bonificación del 75% en el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica, y pueden ahorrarse hasta un 50% del coste del estacionamiento regulado. Y en Cataluña disponen también de descuentos en el pago de peajes.
En estas condiciones, dar el paso al GNC es una alternativa abierta para todo tipo de usuarios:
• Vehículos profesionales ligeros, como taxis, automóviles de alquiler con conductor o flotas de representación comercial.
• Autocares, autobuses y microbuses, como lo prueba el hecho de que muchos de los principales ayuntamientos ya incorporan el Gas Natural Comprimido en sus flotas de transporte urbano.
• Furgonetas y camiones ligeros, especialmente aquellos que requieren acceder a las Zonas de Bajas Emisiones.
• Vehículos comerciales pesados
• Vehículos particulares, que pueden beneficiarse también de sus ventajas económicas y ambientales.
En este sentido, existe dos posibilidades alternativas: la primera es la adquisición de un nuevo vehículo de fábrica, dado que se trata de una tecnología madura y experimentada, y la mayoría de los grandes fabricantes cuenta en sus catálogos con modelos de todo tipo adaptados al GNC, desde automóviles ligeros a camiones y autobuses.
Existe también una segunda opción, puesto que la gran mayoría de automóviles, camiones y autobuses pueden adaptarse en talleres certificados para incorporar depósitos y sistemas para operar con GNC. Reuniendo los adecuados requisitos técnicos, el motor puede ser modificado para incorporar uno o varios depósitos de Gas Natural Comprimido, instalar un nuevo sistema de inyección del carburante y añadir un sistema electrónico para administrar el combustible. Todo el proceso se lleva a cabo en poco tiempo, y puede rentabilizarse con rapidez en función de las condiciones y necesidades de cada flota o vehículo individual.
De cara al futuro, la movilidad basada en GNC puede llegar a ser neutra en carbono y 100% renovable a partir del desarrollo de la producción de biometano. Y es que el concepto de “economía circular” está abriendo nuevas puertas al gas natural renovable. A través de la descomposición de residuos orgánicos, se genera biogás que, una vez purificado, da lugar al biometano, de características similares al gas natural convencional y cuyo uso no requiere de ningún tipo de adaptación ni del vehículo ni de la estación de repostaje de GNC.
Su progresiva incorporación al sistema gasista permitirá que las flotas vehiculares se descarbonicen sin necesidad de inversiones adicionales. Y existen ya ejemplos exitosos que combinan GNC y biometano en el transporte público. Es el caso de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), que ha incorporado a su flota 520 vehículos impulsados por gas natural comprimido desde 2021, algunos de los cuales ya utilizan BioGNC como combustible.
También en flotas del sector privado hay ejemplos de apuesta por el gas como combustible. El Grupo Disfrimur, por ejemplo, fundado en 1997, es hoy una de las empresas de transporte que promueve una conducción de mercancías más eficiente y sostenible. Prestando servicios a toda la cadena agroalimentaria -fabricantes, distribuidores y supermercados- hacen uso de camiones con tecnología de última generación con la que reducir las emisiones de CO2 en sus operaciones.
La empresa, que actualmente está presente en 10 provincias españolas, incluyendo Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza, lleva más de una década trabajando con vehículos de combustibles alternativos, como el gas natural comprimido y el gas natural licuado, en una flota que recorre más de 48 millones de kilómetros anuales.
Disfrimur, que en 2019 inauguró la primera gasinera pública dual de GNC y GNL en la región de Murcia en una iniciativa conjunta con Naturgy, dispone de una flota de 90 vehículos a gas natural, y su objetivo es alcanzar las cero emisiones en 2040.