Cultivos de rotación: oportunidad para el despegue del biogás en España



La rotación de cultivos es una práctica ancestral en el mundo agrícola, consistente en alternar las cosechas para evitar el agotamiento de los elementos minerales que sirven como nutrientes a las plantas. La novedad es que ahora puede contemplar, además de la producción de alimentos, la generación de gas renovable, con numerosas ventajas ambientales, económicas y sociales. Un reciente estudio estima en 300 TWh el potencial teórico existente en España, y señala un objetivo alcanzable de 60 TWh de biometano para el año 2030.

Por Juan Carlos Giménez

En abril de 2020, la Comisión Europea publicó un estudio de la consultora neerlandesa Trinomics que señalaba un potencial de 59 TWh para los cultivos energéticos en España. La Asociación Española de Biogás (AEBIG) ha publicado a comienzos de este año un trabajo cuyo objetivo ha sido confirmar dichos resultados.

“Cultivos en rotación en España: potencial energético, económico y medioambiental” es el título de un amplio y detallado informe que va mucho más allá, al concluir que España cuenta con un potencial para la generación de biogás a partir de cultivos en rotación que puede alcanzar los 300 TWh si se emplearan la práctica totalidad de tierras disponibles para cultivo secuencial. Es decir, utilizar una misma parcela de tierra para el cultivo sucesivo de especies diferentes, una práctica que mejora la fertilidad del suelo. Por ejemplo, el cultivo en regadío de los cereales de ciclo primaveral y de leguminosas de verano, en la misma parcela.

En todo caso, un objetivo más realista y accesible sería alcanzar una producción de 60 TWh en 2030, siempre y cuando se contara con un plan de apoyo adecuado. Y lo más interesante es que dicha meta podría ser alcanzable sin necesidad de reducir la actual producción agrícola española. Más bien todo lo contrario, puesto que la iniciativa lograría fortalecer “el desempeño económico y ambiental de las explotaciones agrarias”, según el informe.

La producción de biogás basada en cultivos en rotación o ciclos de plantación en los que una especie sustituye a otra dentro de la misma estación de crecimiento es una actividad sostenible económica y medioambientalmente, destaca el informe. Y concreta una serie de beneficios, tales como mejorar la rentabilidad de los proyectos de biogás, desbloquear el potencial del biogás a partir de residuos o restaurar suelos saludables ricos en humus, cuya construcción solo es posible cuando la tierra está cubierta de plantas durante todo el año. Esto permite a los agricultores cultivar alimentos de calidad y reducir emisiones de CO2 a la atmósfera.

Además, el biogás producido no solo es neutro en carbono, sino incluso carbono negativo y las tierras en cultivo suponen un sumidero de digestatos (residuos de la digestión anaeróbica de una materia biodegradable). Reemplazar los fertilizantes minerales con estos digestatos reduce las emisiones de gases de efecto invernadero.

IMPACTO ECONÓMICO Y SOCIAL

Junto a los beneficios medioambientales, la implantación de cultivos en rotación para la producción de biogás podría redundar en numerosos impactos positivos para la economía. Podría, en primer lugar, constituir un foco de atracción de capitales. La producción avanzada de gas renovable y biocombustibles asociados podría estimular nuevas inversiones financieras, con su derivada de creación de empleo. Y todo ello contribuiría a reforzar el papel del sector primario como fuente de desarrollo económico en las zonas rurales.

También desde el punto de vista del empleo, hay que considerar que una planta de biometano, funcionando a partir de cultivos en rotación y residuos, no solo genera puestos de trabajo directos, sino también muchos indirectos, en actividades asociadas al cultivo, el transporte de materiales, la gestión de residuos o la distribución de fertilizantes.

La implantación de sistemas de gas renovable contribuirá también a una imagen más sostenible y adaptada a los tiempos actuales de las explotaciones agroganaderas, con el consiguiente beneficio para el sector primario en términos de mejora de su imagen y competitividad. Es previsible asimismo una mayor diversificación de ingresos para los propios agricultores. La venta de digestato puede mejorar el equilibrio económico de las granjas, reemplazando los costos de fertilizantes con ingresos por ventas. Una oportunidad muy interesante en áreas del país donde la agricultura y la agroindustria corren el riesgo de volverse económicamente marginales, con el consiguiente peligro de cierre, pérdida de puestos de trabajo y degradación del territorio.

INVERSIONES Y REPERCUSIÓN EN EL PIB

El potencial teórico de generación de energía a partir de cultivos en rotación es, como ya se ha apuntado, de 300 TWh en España, pero el potencial accesible vendrá determinado por la viabilidad económica de todo proceso, así como por las políticas de apoyo asociadas a la descarbonización del sector primario y del del gas.

El estudio de AEBIG detalla las cifras que supondría el potencial accesible de 60 TWh. Cada TWh anual supone la producción de unos 18.000 Nm3/h de biogás. La inversión para las 20 plantas necesarias para esta producción, alcanzaría los 12 millones por planta, es decir, unos 240 millones de euros. La implantación de proyectos de este tipo hasta 60 TWh en 2030 supondría unos 1.800 millones de euros por año (suponiendo 8 años disponibles en la década), es decir, un total de 14.400 millones de euros.

Las plantas generarían cada una como mínimo ocho puestos de trabajo directos y otros 10 indirectos. Además, la generación en 2030 de 60 TWh anuales de gas renovable de alto valor añadido se estima que generaría una cifra de negocios de, al menos, 3.600 millones de euros, partiendo de un valor del gas renovable de 60 €/MWh, y considerando su valor energético, la captura de CO2 y otros aspectos medioambientales. Teniendo en cuenta que, en el conjunto de 2020, el PIB agrario a precios corrientes se situó en 35.196 millones de euros, una industria de gas renovable a partir de cultivos en rotación podría tener un tamaño en torno al 10% del PIB agrícola español, y un 0,3% del PIB global.

POTENCIAL POR REGIONES Y TIPOS DE CULTIVOS

Dentro de las regiones españolas, Castilla y León parece ser la que mayor potencial presenta, seguida de Castilla-La Mancha, Aragón y Andalucía. Y los diferentes estudios realizados apuntan a que el maíz, el forraje de triticale (un cereal resultado de la mezcla de trigo y centeno), el trigo o el raigrás serían los cultivos más apropiados. Si se considera un 10% de la superficie agrícola aprovechable, estaríamos hablando de en torno a 2,3 millones de hectáreas produciendo cultivos de rotación. A una media de ocho toneladas de biomasa por hectárea, supondrían alrededor de 63 TWh anuales de generación de biogás, que es lo que se menciona como potencial accesible.

Al potencial bioenergético se puede también sumar la recuperación de tierras marginales, aquellas que tienen un potencial agronómico insuficiente con respecto a la demanda del mercado. Esta situación se deriva principalmente de las peculiaridades del territorio (laderas, altitudes, inaccesibilidad, etc.) que implican carencias estructurales en las redes de transporte y comunicación, que dificultan el establecimiento de actividades productivas y la movilidad de personas, y encarecen precios para compensar su costo. Estas áreas corren un riesgo elevado de marginación y abandono. Parte de estos suelos “marginales” podría ser de gran ayuda si se destina a la producción de biomasa para digestión anaeróbica. En el caso del sur de España, la difusión de cultivos perennes como la chumbera, podría ayudar a prevenir la erosión y desertificación de esos suelos. La digestión anaeróbica de forrajes puede presentar una doble importancia: restaurar los territorios, creando una demanda local donde la ganadería ya ha desaparecido; y facilitando la fertilización orgánica, que a su vez ayuda a prevenir la erosión, la desertificación y la alteración hidrogeológica, a menudo debido al abandono de las prácticas agrícolas.

UNA VENTAJA PARA LA ESPAÑA RURAL

Estos territorios presentan un alto potencial para producir biomasa rentable, pero su explotación debe contribuir al mismo tiempo a solucionar los problemas sociales y ecológicos que han provocado la marginación y toda la problemática asociada al fenómeno que se ha dado en llamar “la España vaciada”.

Parece claro también que la implantación de cultivos en rotación para producción de biogás podría ayudar al cumplimiento de los criterios de la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea, que desde 2015 ha puesto el acento en el respeto de determinadas prácticas medioambientales. El plan estratégico diseñado por España para desarrollar la programación 2023-2027 de la PAC incluye el requisito novedoso de desarrollar los eco-esquemas, acciones voluntarias de los agricultores para la defensa del medioambiente, por el que obtendrán pagos.

Finalmente, el biogás hace que la explotación agropecuaria sea independiente de los fertilizantes fósiles y las compras de energía, lo que hace que la granja pueda producir de una manera más competitiva, y también pueda vender sus productos con menos sujeción las fluctuaciones en los precios de la energía fósil. Además, desde la perspectiva del agricultor, diversificar las ventas en los mercados de energía y materiales de base biológica, además de los mercados tradicionales de alimentos y piensos, mitiga los riesgos de volatilidad de los precios de los alimentos, y fortalece sus flujos de caja.