"Se aprende más del fracaso que del éxito" | Sonsoles Ónega, periodista y escritora



Miembro de una saga familiar de periodistas, Sonsoles Ónega se ha alzado con el último Premio Planeta con “Las hijas de la criada”, una novela ambientada en la Galicia de comienzos del siglo XX en la que los protagonistas son juguetes del destino. Se narra la historia de los Valdés, una familia de conserveros que hizo gran parte de su fortuna en la Cuba española, poco antes del desastre de 1898.  Sin embargo, los personajes principales son las mujeres, que, en palabras de la periodista y escritora, “se rebelan contra las cadenas del tiempo que les ha tocado vivir”.

Por Pilar Ortega

¿Qué es lo más bonito que le ha pasado tras ganar el premio Planeta?

Encontrarme con los lectores ha sido lo mejor. Todas las firmas son muy emocionantes, pero con este libro estoy viviendo experiencias insólitas. Como firmar a un muerto. Una señora me dijo que se lo quería dedicar a su marido, que acababa de fallecer, y se lo quería leer en alto. Otra persona me dijo que su madre había muerto con el libro en su mesilla de noche y que había sido su última lectura. Son experiencias que conmueven.

Televisión, familia, libros, entrevistas… ¿De dónde saca el tiempo?

El tiempo es escaso, pero si quieres, siempre lo encuentras. Ha sido una constante en mi vida. Hay hallazgos que son tesoros. El tiempo tiene una duración limitada, así que hay que concentrarse y sacarle rendimiento.

Una vez más, Galicia es protagonista de su novela. ¿Es un territorio necesario para usted?

Me gusta volver a los lugares que conozco. Me resulta más sencillo trasladárselos al lector. Galicia ha sido abrigo de mi infancia, de mi adolescencia y, de forma voluntaria, de mi madurez. Regreso a Galicia periódicamente con mis hijos y trato de contagiarles el entusiasmo que siento por esta tierra. Hay algo que tira hacia tus raíces.

¿Cómo es su Galicia particular?

Mi familia es del interior, pero a Galicia voy todos los años y siempre que puedo. Es una tierra recurrente. Allí no tenemos casa. Bueno, está la casa de mi abuela en una aldea pequeñita que se llama Mosteiro, pero está inhabitada e inhabitable. En Galicia nos quedan más muertos que vivos, pero ahí está la memoria de nuestra familia.

La novela narra la historia de la familia Valdés, pero son las mujeres las protagonistas. ¿Cómo son esas mujeres?

Para empezar, son mujeres que se rebelan contra las cadenas del tiempo que les ha tocado vivir. Son mujeres que no saben lo fuertes que son hasta que se tienen que poner de pie y demostrarlo. Son mujeres sin derechos ni libertades. A mí me gusta mucho escarbar en el pasado para saber de dónde venimos y son mujeres cuyos ejemplos de vida son extrapolables al momento actual. Las mujeres seguimos peleando, seguimos susurrándonos a nosotras mismas: no renuncies, sigue, pelea por lo que has estudiado… No es el caso de mis personajes. En el caso de Doña Inés sí es una mujer con cierta formación, pero en el caso de la hija de la criada, Clara, es una mujer que aprende a leer sola, a contar con los dedos y a escribir con una mina gastada. En cada una de ellas, hay mucho de nosotras.

En la novela se detecta una rebelión frente al destino.

Sí, hay un punto de rebeldía en no aceptar lo que se nos impone. Al destino se le puede torcer con convicción, con pasión, con trabajo y con esfuerzo, aunque haya algunas cosas que están determinadas, como la fechoría que comete la criada con la hija de la señora, que no es más que una venganza.

Otro territorio al que vuelve en esta novela es Cuba. Ya describió la isla en “Calle Habana”.

Regreso a Cuba porque me enamoré del país cuando estudiaba la carrera. Me fascinó descubrir la Cuba comunista de los años 90, una época dura. Vi el deterioro de su sociedad y el adormecimiento de un pueblo que ha sido incapaz de reconocer, salvo la valiente disidencia, el fracaso del comunismo. Me llamó mucho la atención cómo era ese país, cómo respiraba, cómo sentía, cómo latía... Me apetecía regresar a la Cuba española y en la que los españoles hicieron grandes fortunas. Para mí, ha sido muy gratificante ubicar allí a personajes que vivieron antes del desastre del 98 y volvieron después y ya no encontraron la bandera de España en el morro del malecón. Es un trauma del que no sé si nos hemos recuperado más de 100 años después.

La novela recorre casi todo el siglo XX. ¿Cómo influye el contexto histórico en la novela?

Te condiciona en cuanto no puedes fabular demasiado. En mis novelas se me cuela la escritora periodista que pretende, y debe, ser rigurosa con los hechos. A mí me gusta que así sea. Me interesa que la historia sea lo más verosímil posible para el lector.

Dice que es una historia de perdedores y que no sabe escribir feliz. ¿Ha pensado por qué?

Me gustan más las historias de perdedores, quizás porque se aprende mas del fracaso que del éxito y de los infortunios que de los momentos pletóricos. Aprendemos muchísimo cuando nos abandonan por amor, cuando lo perdemos todo, cuando tenemos que volver a empezar.

¿Cómo ha escrito la novela? ¿En qué circunstancias?

No he tenido más remedio que hacer compatible la escritura de la novela con mi trabajo en televisión. Cuando comencé a escribirla, no tenía ningún compromiso editorial, como siempre, y podía haberme tomado cinco en vez de tres años, pero he ido aprendiendo que no conviene despegarse mucho del texto. Para mí un planazo de domingo es levantarme y empezar a tomar café casi sin límite y escribir sin atender a otras necesidades, ni siquiera fisiológicas. Puedo estar escribiendo horas y horas y a veces se me hace de noche sin darme cuenta. Para mí, escribir es un placer. No me cuesta. Si tengo la arquitectura de la novela dibujada, escribo rápido.

Antes del Planeta, ganó el Fernanda Lara con ‘Después del amor’. ¿Los premios son un impulso o un freno?

Son un impulso y una puerta de entrada al mundo literario. Yo entré en la literatura con un premio pequeñito de una editorial asturiana y, aunque fue modesto, fue un arranque. El Fernando Lara me enseñó a valorar un premio en una editorial grande, con una promoción potente, que te permite llegar a más lectores. Ahora he descubierto la potencia del Planeta y todavía estoy tambaleándome, en la nube. Es un huracán bendito, pero un huracán. Y aunque no es destructivo, sí te pone la responsabilidad de la siguiente novela.

Dice que somos los libros que hemos leído. ¿Cuáles son sus autores fetiche?

Me cuesta citar un solo libro. Leo mucho a esos autores que escriben de una manera distinta a la mía, como los anglosajones. Me dan profunda envidia los Paul Auster, los Hemingway… porque escriben con pureza y limpieza. Yo soy más barroca. Me puedo ir también a las hermanas Bronte que transmiten las emociones sin necesitar una página entera. Me interesan también mis contemporáneas -Laura Ferrero, Sara Mesa…- y su capacidad de transmitir sin hojarasca. Mi autor fetiche es Miguel Delibes, quizá porque fue periodista. También he tenido mi época de latinoamericanos: García Márquez, Benedetti, Onetti… Me rechifla el Manuel Vilas de “Ordesa”. Y Manolo Rivas ha sido el único autor por el que yo he hecho una cola para que me firmara “El periodismo es un cuento”.

También dice que el periodismo es gasolina para la literatura.

De hecho, el libro nace de una noticia. El periodismo me sirve para alimentar mi literatura. Para mí, es vital. Las historias que nos llegan a la tele me sirven. A veces pienso: ‘si esto lo escribo, van a pensar que se me ha ido la mano’.

¿Qué es el éxito para usted?

Trabajar en lo que me gusta. Nunca he perseguido el éxito como tal, pero sí trabajar en lo que quiero. El éxito, en mi caso, es que la gente me siga viendo y leyendo.

¿Qué representó el apoyo de la Reina Letizia cuando acudió a una firma suya en un centro comercial?

Para mí fue un gestazo personal, porque yo jamás invito a mis amigas para que vayan a las firmas de los libros, y menos en horas difíciles. Se lo agradecí muchísimo. Cada uno de los gestos de la Reina es muy potente y muy poderoso. Además, era el Día de las Librerías y era una forma de apoyar a una industria muy necesaria.

PREGUNTA CON ENERGÍA

¿Qué opinión tiene sobre el proceso de transición energética?

Todavía no hemos conseguido pasar a la verdadera acción. No se ha producido el cambio necesario. Yo hice un esfuerzo importante por comprarme un coche eléctrico y me he encontrado con que no estamos preparados. No puedes tener un coche eléctrico y tardar 12 horas en llegar a Galicia. Están desacompasados los mensajes con la realidad de la calle. Hay mucho por hacer. No está completo el puzzle.