Por Cuper Doval
¿Cómo está afrontando la IGU la crisis energética que estamos viviendo derivada de la guerra de Ucrania?
La guerra en Ucrania ha provocado una situación sin precedentes en la industria del gas europea y mundial. Por un lado, la IGU ha resuelto -desde principios de marzo- suspender todas sus actividades con las entidades rusas, siendo la primera asociación en adoptar una posición tan clara.
Desde otra perspectiva, permítanme en todo caso señalar el hecho de que la crisis energética ha sido exacerbada por la guerra, pero la semilla es la reducción de casi el 50% en las inversiones en hidrocarburos determinada especialmente por la narrativa de la transición Net Zero, que ha ido creando una gran incertidumbre sobre la seguridad de la demanda a largo plazo.
En la IGU apoyamos plenamente los Acuerdo de París y las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC por sus siglas en inglés), pero al mismo tiempo estamos convencidos de que el mundo necesitará más energía y reconectar a productores y consumidores, recreando así las mejores condiciones para la estabilidad de precios de la energía, lo que, a su vez, también determinará mejores resultados para la reducción global de emisiones.
¿Está el suministro de gas asegurado en Europa para el invierno? Y para el próximo año, ¿qué perspectivas tiene el sector respecto al gas en Europa?
Los países europeos -con sus propias especificidades- han afrontado la crisis gracias a un abundante flujo de GNL, especialmente procedente de EE. UU., pero también de la reducción de la demanda de gas en China debido a la política de confinamiento por el COVID, que provocó el primer descenso en dos décadas de la demanda de gas en el país. Este invierno, de momento, ha tenido temperaturas medias más altas que han servido para contener la demanda residencial, pero al mismo tiempo nos arriesgamos a ‘destruir’, no reducir, la demanda industrial si no somos capaces de proteger y apoyar a este sector. En cuanto al próximo año, dado el tiempo de espera para estimular la nueva producción y el potencial retorno al crecimiento económico en China, posiblemente veremos más tensión. Pero los problemas de escasez de gas podrían ser mayores para otras regiones del mundo que no están en condiciones de pagar altos precios por el gas, allanando el camino para una recuperación del carbón.
¿Cómo valora las medidas de la UE para garantizar el suministro de gas y controlar la subida de precios?
Observamos detenidamente las medidas que Europa está considerando. En cuanto a la seguridad del suministro, creemos que priorizar llenar los almacenamientos ha sido una buena decisión. En cuanto a los precios, la situación es más compleja, dado que podrían tener consecuencias no deseadas en el comercio mundial de gas y posiblemente desencadenar algunos efectos negativos.
Todo esto, teniendo en cuenta nuevamente que diferentes países tienen diferentes especificidades y es difícil considerar una medida única para todos. Además, existen cuestiones de implementación y gobernanza que no estoy seguro de que sean fáciles de resolver y consensuar entre los Estados miembros.
¿Qué alternativas reales e inmediatas tiene Europa al gas ruso?
Como he mencionado, el GNL es la principal y, en algunos casos, casi la única posibilidad de que Europa sustituya al gas ruso. Según el Informe de la IGU World LNG Report 2022 que emitimos en julio pasado, 2021 supuso un hito histórico ya que el GNL superó al gas comercializado a través de gasoductos por primera vez en la historia. Entonces, en cierto sentido, el GNL puede ser la energía de respaldo, y la carrera por construir nuevas unidades de regasificación es testigo de este enfoque adicional.
¿Tiene Europa las infraestructuras suficientes para dar cabida al GNL necesario para cubrir la demanda?
El GNL será clave en cualquier escenario. Se están desarrollando infraestructuras para recibir más, pero necesitamos interconectar mejor los mercados, especialmente los que no tienen acceso al mar. Y no nos olvidemos de la necesidad de conservar y mantener en buen funcionamiento todo el sistema gasista, incluidos los almacenamientos, las líneas de transporte y distribución, también con vistas a incorporar a medio plazo “nuevos” gases como el hidrógeno.
Al mismo tiempo, recordemos que nosotros, en Europa, debemos considerar que los contratos de suministro a largo plazo seguirán siendo necesarios para atraer volúmenes y evitar la alta volatilidad de los precios, especialmente cuando se considera que la demanda mundial adicional de gas provendrá de otras geografías que están muy dispuestas a firmar este tipo de acuerdos. Basta ver el muy reciente contrato entre Qatar Gas y Sinopec, con una duración de 27 años. Por tanto, las infraestructuras (plantas de regasificación, transporte, distribución y almacenamiento) son imprescindibles, pero tenemos que llenarlas.
Necesitamos mejorar rápidamente las condiciones para aumentar la producción en diferentes partes del mundo y dar visibilidad a la demanda de gas en nuestro continente. También deberíamos ser más coherentes. Si Europa está pidiendo a varios países que aumenten la producción para abastecer nuestras necesidades, deberíamos revisar las políticas que, a partir de ahora, están bloqueando el apoyo financiero que se podría brindar a estas iniciativas. Y debemos ser conscientes de que la visibilidad a largo plazo y la estabilidad de precios son de interés tanto para los productores como para los consumidores.
¿Cree que el tope al precio del gas es una buena medida?
Considero muy importante proteger a los consumidores de los precios extremos y la volatilidad a la que nos hemos enfrentado, especialmente cuando se evalúan los efectos negativos a largo plazo que estos pueden generar en las industrias y los consumidores. Los gobiernos han hecho mucho en este sentido, pero es importante que cualquier medida considere la necesidad de dar una correcta visibilidad para estimular la llegada de la oferta al continente.
Déjeme también ofrecer una perspectiva diferente. Los países europeos han atraído la mayoría, si no todos, los flujos de GNL a expensas de otras regiones, como Pakistán, Bangladesh y otros mercados del sudeste asiático. En estos casos, los precios simplemente no eran asequibles para comprar cargamentos de GNL. Por lo tanto, debemos considerar cuidadosamente no solo la “dinámica del mercado interno de la UE”, sino también los impactos y las consecuencias a mayor escala.
Recientemente se ha anunciado un nuevo gasoducto submarino para transportar hidrógeno renovable entre Barcelona y Marsella. ¿Qué le parece este proyecto?
Reconozco que no sé mucho sobre la iniciativa en términos técnicos y comerciales para poder ofrecer un comentario preciso y estructurado. Pero permítanme ofrecer algunos comentarios de política basados en mi compromiso personal tras largas discusiones y el fracaso final del proyecto MidCat que, si lo hubiéramos conseguido sacar adelante, podría haber proporcionado en estos días más interconectividad y diversificación de flujos, un pilar crucial para mantener una integración equilibrada del mercado europeo de la energía y una mayor seguridad de suministro. Permítanme recordar que MidCat fue incluido en la lista de los llamados Proyectos de Interés Común (PCI), pero no pudo solventar las diferentes ‘oposiciones’ que se encontró durante su tramitación. Entonces, sería fundamental, para que el proyecto sea un éxito, acelerar las aprobaciones y garantizar el apoyo de Europa. Tenemos un nuevo punto de referencia claro allí: ¡solo hay que comprobar cómo han progresado las cosas con el GNL en Alemania durante 2022!
España destaca por sus infraestructuras de regasificación, ¿cómo puede contribuir al suministro en el resto de Europa?
España hubiera podido ser ya una fuente importante de gas adicional para Europa con el MidCat. En general, necesitamos más infraestructuras de interconexión para hacer llegar de forma estructural más suministros de gas respecto del pasado. El caso de España es muy evidente, pero también es relevante en otras partes de Europa donde más terminales de GNL deberán estar completamente interconectadas a los mercados, no solo a nivel nacional sino a escala europea. Esta es la “solidaridad” por la que tenemos que trabajar.
¿Qué lecciones puede el sector energético aprender de esta crisis?
Me “encantaría” que pudiéramos capitalizar esta crisis para reconocer que necesitaremos, durante algunas décadas, todas las fuentes posibles de energía para satisfacer la demanda, y teniendo en cuenta el impacto en el clima, el gas (y, recuerdo, me refiero a los gases verdes y bajos en carbono) puede ser una parte fundamental de la solución también a largo plazo. Y necesitamos hacer más en innovación, especialmente en captura, almacenamiento y uso de carbono (CCUS por sus siglas en inglés) ya que, bajo cualquier escenario, el mundo necesitará capturar las emisiones de CO2. Si también puedo ser de alguna manera provocador, abramos también nuestro pensamiento europeo y consideremos cómo nuestras experiencias y mejores prácticas podrían ser más útiles a la reducción global de emisiones, con más esquemas de cooperación internacional. Y también, en línea con mantener otras buenas opciones sobre la mesa, evitar bloquear la financiación de la producción de gas y sus infraestructuras a nivel internacional. Ya que esto ha demostrado ser uno de los límites estructurales clave que enfrentamos ahora en términos de mercados ajustados.
¿Pueden los gases renovables salir reforzados? ¿Qué otras energías pueden beneficiarse?
La respuesta simple y clara es sí. Pero también seamos objetivos y pragmáticos. A día de hoy, tenemos alrededor del 1% a nivel mundial de gases verdes y bajos en carbono con respecto a la demanda total de gas. Por lo tanto, debemos promover el biometano, el hidrógeno (no soy fanático de un solo color, ya que necesitamos más opciones, no menos) y el progreso en CCUS. Soy optimista en que la única energía que podría tener una contribución más baja, es el carbón. Todos las demás, con electricidad renovable y todos los gases deberían ser los ganadores.
En este sentido, REPowerEU está concretando objetivos ambiciosos para el continente. Será fundamental, por tanto, facilitar y dinamizar estos nuevos gases, recordando, además, que ello determinará también un fuerte rediseño del sistema gasista, ya que aparecerá una producción más “descentralizada”, especialmente de biometano. Pero puedo decir que las infraestructuras de gas ya están bien preparadas para gestionar estos desafíos.
Según reciente informe de la IEA Europa podría producir hasta 80 bcm de biometano, pero la situación de cada país es muy diferente. ¿Qué país cree que es el modelo a seguir y por qué?
He estado involucrado en la promoción del biometano durante años y he sido el iniciador de la iniciativa Gas for Climate 2050. Entonces, sinceramente, creo en el papel cada vez mayor del biometano. Pero al mismo tiempo, debo admitir que Europa ha incrementado progresivamente los objetivos nominales a largo plazo. Para evitar una brecha creciente entre las declaraciones y la realidad, tenemos que acelerar el apoyo a las inversiones y crear la política correcta, considerando que se transforma un costo en un recurso, siendo además totalmente compatible con las existentes infraestructuras. Así que debería ser un movimiento sin marcha atrás. Si tengo que señalar experiencias específicas, Dinamarca y Francia han demostrado que podríamos tener un papel importante y de rápido crecimiento para el biometano. En cualquier caso, considero que los puntos de referencia son importantes, pero es crucial establecer caminos que sean compatibles con las condiciones internas de cada país.
¿Cómo cree que está afectando esta crisis a la lucha contra el cambio climático?
Nosotros, globalmente, tenemos una oportunidad. Utilizar esta crisis para mejorar nuestras acciones. Pero sería un error decir simplemente que solo las energías renovables salvarán al mundo. El gas -natural y progresivamente su cartera de bajas y cero emisiones de carbonodebería estar mejor considerado en este camino, sin extremismos y teniendo en cuenta que, en 2050, tendremos entre 1.500 y 2.000 millones de personas más en este planeta. Y todos necesitaremos la energía adecuada para sostener y promover el desarrollo social y económico.
Como vimos en las discusiones recientes de la COP27, tenemos que reconocer varias transiciones y necesidades. Si tengo que señalar dos acciones fundamentales a mejorar, definitivamente serían la financiación y la cooperación internacional para la reducción de emisiones, también a partir de soluciones basadas en la naturaleza.
¿Qué perspectivas tiene la IGU para los próximos años?
IGU, como decimos “la voz global del gas”, ha aumentado su compromiso con todas las partes relevantes interesadas a nivel mundial y hará más también a nivel regional, ya que vemos claramente que la cooperación internacional será aún más crucial en los próximos años. Continuaremos promoviendo la innovación y el intercambio de mejores prácticas, ya que vemos claramente la necesidad de combinar la visión estratégica con el pragmatismo.
Para finalizar, tras más de 25 años en el sector energético, ¿cómo afronta personalmente esta situación que está viviendo el sector?
Gracias por esta pregunta. Efectivamente, después de tantos años en este sector, creo que tenemos que combinar la visión de futuro con el pragmatismo necesario en el presente. No es fácil, pero es sin duda el reto más fascinante con el que puedo despertarme todas las mañanas.