Por un PNIEC pragmático, realista y alineado con el potencial español | Joan Batalla, presidente de Sedigas



El sector energético comienza el nuevo curso en septiembre al mismo tiempo que se cierra el plazo de la consulta pública de alegaciones al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030. Desde Sedigas hemos trabajado para presentar toda una serie de recomendaciones para que su versión definitiva -que conoceremos en junio de 2024- sea capaz de recoger unos objetivos climáticos y energéticos más pragmáticos y alineados con la capacidad potencial del país y con la ambición europea plasmada en las iniciativas “Fit For 55” y “REPowerEU”.

 Durante el proceso de elaboración del PNIEC 2021-2030 ya reiteramos la necesidad de políticas públicas que facilitaran la creación de un entorno neutro para las distintas fuentes de energía, que permitieran una competencia libre y eficiente entre tecnologías, y favorecieran la libertad de elección del consumidor. En cambio, comprobamos que la revisión del plan que conocimos a finales de junio promueve una electrificación renovable masiva en detrimento de otras tecnologías alternativas también renovables.

No hemos dejado pasar la oportunidad de reiterar las ventajas del gas natural respecto de otros combustibles más contaminantes, puesto que hablamos de una solución segura, inmediata y flexible para avanzar hacia los objetivos de descarbonización para 2050. Parece pertinente entonces subrayar que los ciclos combinados han vuelto a actuar como garantes de la seguridad energética este verano liderando la generación eléctrica nacional, con una aportación media del 21,4% del total. Esta es una prueba inequívoca del papel fundamental que esta tecnología seguirá teniendo en el horizonte 2030; porque los ciclos combinados seguirán siendo imprescindibles para llevar a cabo el proceso de transición de una forma ordenada y segura con la incorporación masiva de nueva potencia renovable, eólica y fotovoltaica, principalmente, así como por el cierre ya planificado, a partir de 2027, de la generación nuclear. No obstante, es necesario recordar que estas instalaciones cruciales para el sistema eléctrico no son viables económicamente. El diseño del mercado eléctrico actual basado exclusivamente en retribuir la energía producida resulta insuficiente para garantizar una mínima rentabilidad.

Por esto, Sedigas reivindica la definición de unos mercados de capacidad que brinden los incentivos necesarios para que puedan desempeñar ese papel fundamental que están llamados a tener en la transición energética hacia fuentes de energía más sostenibles, al proporcionar una generación de respaldo firme y confiable mientras se integran más fuentes intermitentes y en ausencia de suficiente tecnología de almacenamiento. Y, en lo relativo a los gases renovables, percibimos particularmente una falta de ambición en los objetivos propuestos para el biometano, ya que ni reflejan el potencial estimado para España, ni están en consonancia con el espíritu de las medidas fijadas por Europa. Es precisamente el sentido de la oportunidad lo que hace que el borrador haya sido recibido con reservas por parte de nuestro sector, que considera que, con su meta de 20 TWh anuales de biogás (equivalente en términos de biometano a menos de un 2% de la demanda actual de gas natural), establece unos objetivos limitados.  

La prueba más clara de esa limitación es si comparamos el citado objetivo con los hasta 35.000 millones de metros cúbicos de biometano (equivalentes a un 8,5%-10,0% de la demanda de gas natural europea) establecidos en el horizonte 2030 como parte de la estrategia REPowerEU, encaminada a eliminar nuestra dependencia energética de Rusia y avanzar en el proceso de descarbonización.  

Sin pasar por alto además que la Comisión Europea reconocía recientemente la alta capacidad de producción que puede llegar a alcanzar España: la cifraba en aproximadamente 4.100 millones de metros cúbicos al año en 2030, o 47,7 TWh, lo que permitiría sustituir hasta el 13% de nuestro consumo actual de gas natural. La buena noticia es que, aunque el número de instalaciones que inyectan en red sigue siendo aún bajo -apenas hay 10 operativas en toda España- se siguen anunciando nuevas iniciativas y proyectos a desarrollar en los próximos meses. Además, tenemos ya mucho ganado de cara a una adopción exitosa del biometano como vector energético, puesto que contamos con una tecnología madura y probada que, al aprovechar las redes energéticas existentes, no requiere de nuevas infraestructuras ni de adecuaciones de los equipamientos de los consumidores finales al tratarse de una solución sustitutiva perfecta del gas natural convencional. Por tanto, en Sedigas consideramos que el PNIEC debe dar ese necesario impulso al biometano hasta un mínimo que esté alineado con los objetivos señalados por Bruselas, y por eso abogamos por elevar la ambición fijando un objetivo mínimo vinculante de 35 TWh biometano (y hasta los 47 TWh) para 2030.  

El compromiso de Sedigas con las soluciones energéticas sostenibles, la gestión medioambiental y la promoción de los gases renovables se refrenda con nuestra reciente adhesión a la European Biogas Association (EBA), organización que trabaja por el despliegue de la producción de biogás y biometano en el continente europeo y que ya cuenta con una red de casi 250 asociaciones nacionales y otras organizaciones que cubren toda su cadena de valor. Ser parte de EBA no solo nos proporcionará acceso a recursos valiosos y experiencia. También nos permitirá colaborar con profesionales de la industria afines, responsables políticos e investigadores para seguir impulsando la innovación y desarrollar aún más el potencial del sector de los gases renovables en España y Europa.  

Con todas estas cartas encima de la mesa, nos toca seguir trabajando por que se reconozca todo el potencial de producción de los gases renovables y por abogar por un marco regulatorio cierto, estable, que promueva la neutralidad tecnológica y que establezca metas más ambiciosas para vectores como el biometano en aras de la consecución de los objetivos de una transición justa y la neutralidad climática en 2050.