La última entrega de la publicación tecnológica insignia de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se centra en la evolución y perspectivas de futuro de las principales tecnologías de energía sostenible.
Este informe señala que su rápida adopción ofrece grandes oportunidades para los países que buscan fabricarlas y comercializarlas, pero también presenta retos y desafíos para los gobiernos en la definición de sus políticas industriales y comerciales. También analiza materiales clave como el acero y el aluminio, proporciona un marco analítico para los responsables de la formulación de las políticas públicas para capturar los beneficios de la economía energética emergente y, al mismo tiempo, tratar de garantizar transiciones seguras y eficientes hacia sistemas energéticos más sostenibles.
Respecto de los gases renovables, el documento señala que el biometano y el hidrógeno renovable se presentan como tecnologías clave en la transición hacia una economía energética sostenible y descarbonizada, destacando por su capacidad para aprovechar recursos locales y reducir emisiones en sectores difíciles de electrificar.
La producción de biometano, que se basa en el procesamiento de residuos orgánicos mediante digestión anaeróbica, no solo es competitiva en costes sino que también contribuye a la gestión de residuos y disminución de las emisiones de metano. Sin embargo, su desarrollo depende de la disponibilidad de recursos sostenibles y de un fuerte respaldo de políticas públicas que incentiven la infraestructura necesaria para su producción y distribución.
Respecto del hidrógeno renovable, generado a través de electrólisis con electricidad de fuentes renovables, representa una solución prometedora para descarbonizar sectores como la industria pesada y el transporte marítimo, aunque aún enfrenta desafíos de coste y desarrollo de infraestructura. El informe de la AIE prevé que hacia 2030 los costes de producción disminuirán en países con abundantes recursos renovables, impulsando su adopción en nuevos mercados.
A medida que estas tecnologías avanzan, el respaldo de políticas y el desarrollo de infraestructura serán esenciales para consolidar su contribución a una economía energética más resiliente y limpia.
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