- Menos 90 % de emisiones GEI (miles de toneladas de CO2-eq).
- Menos 63% de intensidad energética primaria (kilogramos equivalentes de petróleo/ miles de euros).
- 100% de energía eléctrica generada mediante fuentes renovables.
- 5% de recaudación ambiental sobre el PIB.
Sus fundamentos están en adoptar un patrón de crecimiento económico no lineal, basandose en la circularidad de la economía. Reducir nuestra huella ecológica (si toda la humanidad consumiese como lo hacemos nosotros hoy, harían falta 2 planetas y medio para satisfacer sus necesidades). Limitar nuestra dependencia de combustibles más contaminantes en sectores como el transporte o el energético, apoyar la eco-innovación y promover un consumo responsable de los recursos.
Debido a los efectos del cambio climático, España en 2050 estará más expuesta a los cambios de temperatura y eventos naturales, con los impactos negativos para el desarrollo y el bienestar de todos que esto conllevaría. Para conseguir revertir el problema, tendremos que convertirnos en una sociedad neutra en carbono, sostenible en el uso de recursos y resiliente antes de 2050.
Esto implica, entre otras cosas, cambiar radicalmente la forma en la que generamos energía, el sector gasista ya está inviertiendo en innovación en gases renovables, en revisar las cadenas de valor, en mejorar la gestión de los recursos naturales, en adaptar nuestras infraestructuras y reducir las emisiones en todos los procesos.
La transición ecológica plantea retos en los que el sector gasista ha tomado la iniciativa. Tiene el compromiso claro de impulsar el proceso a la neutralidad en carbono de la energía, de contribuir a la competitividad de la industria, de crear alianzas sinérgicas y de cooperar en un futuro mejor.