Por qué la generación renovable necesita a los ciclos combinados

Pudiera parecer que la Reunión Anual de Sedigas celebrada el 30 de mayo marcara un punto de inflexión en el calendario energético, no tanto por la trascendencia de los mensajes allí compartidos -que también-, sino por otra razón mucho más prosaica como es el cambio de las temperaturas que tradicionalmente nos acompaña en esos últimos días de mayo y comienzos de junio, dando así oficiosamente la bienvenida al verano.

Y este año parece que no va a ser una excepción. El mercurio empieza a subir y de nuevo toca hablar de la seguridad de suministro ante el previsible incremento de la demanda eléctrica. Para contextualizar, convendría empezar explicando la paradoja que rodea los ciclos combinados: ¿por qué aumenta su importancia en la misma medida que crece el peso de las renovables en el mix de generación eléctrico? En esencia, por la capacidad de esta tecnología de aportar el respaldo y la flexibilidad necesaria al sistema evitando su desplome en épocas de menor o alta variabilidad de la producción renovable junto a picos de demanda.

No cabe duda del creciente protagonismo de las energías renovables como la solar y la eólica en la matriz de generación, si bien este requiere disponer de mecanismos que garanticen el suministro, especialmente cuando se registran eventos como los señalados que pueden poner en serios aprietos la estabilidad del sistema habida cuenta de su variabilidad e intermitencia.

Los episodios de calor (también los de frío extremo en invierno) conllevarán nuevamente un incremento considerable de la demanda eléctrica que van a poner a prueba la resiliencia de nuestro sistema energético. Ante esta situación, el gas aporta una capacidad de generación de respaldo necesaria para garantizar un suministro continuo y flexible que dota de estabilidad al sistema eléctrico sin poner frenos a la descarbonización. Razón de peso para que, desde Sedigas, defendamos el papel de los ciclos en el proceso de transición energética como respaldo a esa integración masiva de energías renovables, junto al despliegue de los gases renovables, como el biometano o el hidrógeno renovable, para todos los usos energéticos finales donde ahora ocupa ese lugar el gas natural convencional.

Parece que la Comisión Europea ha entendido este papel. Así lo ha manifestado la comisaria de Energía, Kadri Simson, tras el último Consejo de Energía el pasado 30 de mayo: "Vamos a acortar de un modo significativo los procedimientos para aprobar mecanismos de capacidad. Y en un futuro muy cercano se tardará de seis a ocho semanas. Es necesario para que los Estados miembros garanticen que hay seguridad en el suministro del mercado eléctrico". Algo muy necesario si tenemos en cuenta que, hoy en día, el proceso de aprobación se alarga durante años, como conocemos bien en España.

El PNIEC 2023-2030, de cuya revisión conoceremos su forma final en las próximas semanas, no se queda atrás en el reconocimiento de la necesidad de los ciclos combinados aludiendo a esa misma faceta de respaldo. Por eso establece que su objetivo de potencia instalada se mantendrá en 26 GW en 2030, mientras la potencia de origen renovable pasará de los 96 GW inicialmente previstos a casi 140 GW. La coexistencia de estos dos objetivos no hace, pues, sino demostrar que la enorme ambición de penetración de renovables necesita del ‘terreno firme’ que aporta en este caso la tecnología de los ciclos combinados.

Esta es otra prueba inequívoca del papel que seguirán desempeñando en el horizonte 2030, siendo imprescindibles para llevar a cabo el proceso de transición de una forma ordenada y segura con la incorporación masiva de nueva potencia renovable, eólica y fotovoltaica, principalmente, así como por el cierre ya planificado, a partir de 2027, de la generación nuclear.

Desde nuestro sector, no nos hemos cansado de reiterar desde 2021 la necesidad y urgencia de definir unos mercados de capacidad bajo mecanismos competitivos (pues no se trata de meras subvenciones o ayudas directas) que brinden los incentivos necesarios para que los ciclos combinados puedan suministrar con garantías su capacidad de respaldo y flexibilidad, firme y confiable, para ofrecer la estabilidad que el sistema demanda.

Todas estas razones explican que este relevante asunto acaparase buena parte de la conversación y de los titulares tras nuestra recién celebrada 50 Reunión Anual. Por eso, desde Sedigas acogimos con moderada satisfacción las declaraciones de la comisaria de Energía antes señaladas, que deberían facilitar e impulsar la ‘negociación’ de nuestro Gobierno con la Comisión Europea para hacerlos realidad a la mayor brevedad posible. Confiamos en la buena disposición de todas las partes para acabar el 2024 con la certidumbre necesaria para los ciclos combinados y esta solución permita una segura y viable operación del sistema eléctrico nacional.

Naiara Ortiz de Mendíbil Romo
Secretaria General de Sedigas