En un contexto en el que la Unión Europea y los Estados miembros se esfuerzan por alinear sus políticas energéticas con los ambiciosos objetivos de descarbonización marcados, el biometano emerge como una solución energética renovable con el potencial de desempeñar un papel crucial en la transición hacia el net-zero. Este gas no solo representa una fuente de energía renovable, sino que también es una pieza clave en la gestión eficiente de residuos y la promoción de una economía circular robusta.
Una de las ventajas más significativas del biometano, como bien sabemos, es su compatibilidad con la infraestructura gasista actual de España. Las redes de gas pueden adaptarse para utilizar biometano sin modificaciones, facilitando una transición fluida hacia una matriz energética sin emisiones. Este aspecto es fundamental, ya que permite aprovechar al máximo las instalaciones existentes, optimizando costes y acelerando el proceso de descarbonización.
El biometano no solo tiene un impacto positivo en el medio ambiente, sino también en la economía local. La inversión en la construcción y operación de plantas de biometano ya moviliza recursos económicos significativos. Se estima que la implementación a gran escala del biometano podría generar aproximadamente 62.000 empleos entre directos e indirectos, fomentando el desarrollo económico y social especialmente en zonas rurales.
Además, el aprovechamiento del biometano podría evitar la emisión de 83 millones de toneladas de metano a la atmósfera, un potente gas de efecto invernadero, que de otro modo se liberaría de forma natural. Esto contribuye a los esfuerzos de mitigación del cambio climático a la vez que mejora la calidad del aire que respiramos y respalda la autonomía energética al reducir la dependencia de fuentes externas, lo que se traduce en una mejora de la balanza comercial de nuestro país​​.
El biometano ofrece una oportunidad única para el sector agrícola y ganadero, que puede convertirse en un proveedor clave de las materias primas necesarias para la producción de este gas renovable. Residuos como estiércol y restos de cosechas, que de otro modo serían desechos, se transforman en recursos energéticos. Esto proporciona una fuente de ingresos adicional para los agricultores y ganaderos y promueve esas prácticas más sostenibles que tanto demandan las instituciones europeas.
A pesar de estos y otros muchos beneficios, la adopción del biometano enfrenta desafíos, principalmente relacionados con la falta de un marco regulatorio que apoye decididamente su desarrollo, en términos similares a los que ya tienen países de nuestro entorno como Francia, Italia y, recientemente, Portugal. Para capitalizar plenamente su potencial, es imperativo que las políticas públicas fomenten la producción, adopción y uso de tecnologías de biogás y biometano mediante incentivos fiscales, subsidios a la inversión y simplificación de los procesos administrativos. Esto incluye el reconocimiento del biometano como una prioridad estratégica dentro de la política energética de España, como ya hace Europa​​. Además de acelerar la transición energética, estas medidas también garantizarán que España pueda cumplir sus compromisos de reducción de emisiones en los plazos estipulados y mejorar su gestión de residuos para reducir el número de multas impuestas por Europa.
Por otro lado, para asegurar el éxito de la implantación del biometano en el marco de la transición energética española, es fundamental abordar de manera racional, empática y respetuosa la falta de aceptación social de algunos proyectos, fenómeno a menudo conocido con el acrónimo ‘Not In My Backyard’ o NIMBY. Este rechazo puede surgir debido a preocupaciones en el ámbito local más cercano sobre el impacto ambiental o las supuestas molestias que podrían generar estas instalaciones. Es crucial, por tanto, que todo el sector siga apostando por el desarrollo de acciones de relacionamiento social que subrayen de forma transparente, abierta y participativa las externalidades positivas que acompañan al desarrollo de proyectos de biometano en el territorio. Al enfocar el diálogo en estos beneficios y en el compromiso con el respeto ambiental y bienestar social, podremos construir un consenso más robusto y duradero que facilite su materialización y, por tanto, la ansiada transición hacia fuentes de energía más sostenibles.
Con todo, el biometano representa no solo una solución práctica y realista a la transición energética y la gestión de residuos, sino también un símbolo de esperanza para un futuro agrícola - ganadero más sostenible y económicamente viable, particularmente, en las zonas rurales de España. Es tiempo de actuar decididamente y colaborar con la sociedad civil, las administraciones públicas, las empresas, y todos los grupos de interés para hacer de este potente recurso energético autóctono renovable una realidad que allane el camino hacia una España más sostenible, próspera y resiliente. |
Naiara Ortiz de Mendíbil Romo Secretaria General de Sedigas
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