El papel de las empresas gasistas en avanzar los objetivos de Desarrollo Sostenible
María Mendiluce
El año 2015 ha sido un año extraordinario para la humanidad. Las Naciones Unidas aprobaron en Septiembre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 17 objetivos que dan un marco de referencia para la sociedad sobre la dirección y los objetivos colectivos que debemos perseguir.
Las empresas deberían ahora analizar esos objetivos, seleccionar aquellos que son materiales para su compañía y enfocar sus acciones en la consecución de estos objetivos, contabilizando su aportación periódicamente y colaborando con las partes implicadas para la consecución de estos objetivos. Las empresas no pueden prosperar en sociedades que fracasan y los ODS representan nuevas oportunidades empresariales que además permiten además construir un mundo mejor para nuestra y futuras generaciones.
En el caso del sector del gas, los objetivos más importantes son: garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades (ODS#3), garantizar el acceso a una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos (ODS #7); lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles (ODS#11) y acción por el clima (ODS#13).
La calidad del aire está incluido en los objetivos 3 y 11 y es un problema acuciante en las ciudades. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 7 millones de personas mueren al año como consecuencia de la contaminación, lo cual la convierte en el mayor riesgo medioambiental para la salud. La mala calidad del aire aumenta las enfermedades respiratorias de niños y ancianos, implica ausencias al trabajo para padres, especial las madres, y el aumento de costes de atención de salud públicos y privados. Dado que se prevé que más del 70% de la población vivirá en ciudades, la reducción de los contaminantes locales se va a convertir en una cuestión prioritaria para Gobiernos nacionales y locales.
En esta área el gas natural tiene un papel importante, produciendo en comparación con la generación de electricidad con carbón, la mitad de emisiones de CO2 y solo una décima parte de otros contaminantes (principalmente NOx, SOx, Hg y PM).
Por otro lado la sustitución de los vehículos de gasolina y diésel por gas natural, contribuyen de forma importante a la mejora de la calidad del aire en las ciudades. La utilización de gas natural licuado podría reducir la polución de los puertos y rutas marítimas. Finalmente la combinación de energías renovables y gas puede generar electricidad de muy bajas emisiones para vehículos eléctricos.
El Acuerdo de Paris durante la COP21 en Diciembre de 2015 dio un fuerte respaldo a los ODS#7 y #13. Por primera vez en la historia de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático se aprobó un acuerdo por unanimidad con el objetivo de mantener el incremento de temperatura global entre 2º y 1,5º, lo cual significa cero emisiones netas antes de final del siglo. Este acuerdo es muy positivo por que provee de certidumbre política de la trayectoria de reducción de emisiones, confianza para la inversión a medio plazo e igualdad de condiciones en todos los países.
El nuevo acuerdo sobre el clima proporciona la certidumbre política para acelerar la transición a una economía baja en carbono que el sector privado demandaba. Además se crea un mecanismo de seguimiento de las contribuciones de reducción de emisiones de los países cada 5 años, con la primera revisión en 2018, para su actualización en el año 2020. Este seguimiento generará confianza en los inversores del futuro incremento de la ambición de los mismos, y de una senda clara hacia el objetivo de los 2ºC. Puesto que los análisis muestran que los planes de reducción de emisiones presentados tan sólo nos llevan a una trayectoria de 2,7ºC. Esto significa que existe un plan de aumentar la reducción de las emisiones que se debe tener en cuenta cuando se realizan inversiones a largo plazo. Finalmente, todos los países afrontarán contribuciones de reducción de emisiones, los países industrializados deberían tener objetivos de reducción absolutos y los países en desarrollo deberán evolucionar hacia objetivos de reducción globales para sus economías. Este es el primer paso para la convergencia entre países hacia la misma dirección, lo que facilitará el desarrollo de tecnologías limpias para grandes mercados y reducirá la competencia desleal.
El Acuerdo de Paris presenta oportunidades a corto plazo para el gas. El gas natural es una solución para satisfacer la creciente demanda mundial de energía y limitar las emisiones de CO2. El gas natural es el combustible fósil más limpio en la generación eléctrica, para la calefacción y la refrigeración de industrias, hogares y negocios, y se puede utilizar en coches, camiones y transporte marítimo como alternativa a los derivados del petróleo. No obstante, la fuerte reducción de los costes de la energía renovable en los últimos años, y los avances tecnológicos para aumentar su fiabilidad, auguran una fuerte competencia en la cobertura de la demanda energética.
La generación de electricidad con gas natural es más versátil que el carbón, por su capacidad de incrementar la producción y rapidez de ajuste que permite mitigar los desequilibrios producidos por la generación eólica o solar. Aunque se están desarrollando tecnologías de almacenamiento de energía que se convertirán en alternativas económicas al gas natural en este servicio a la red.
Finalmente, todos los escenario de reducción de emisiones contienen un fuerte incremento de la eficiencia energética, que unido a la desmaterialización de muchas economías, significa que probablemente no se volverán a ver fuertes crecimientos de la demanda energética en los próximos años.
Así que el crecimiento del consumo del gas se verá influido por todos estos factores, y aunque nadie puede adivinar cuál será el futuro, lo que está claro es que las decisiones de inversión en nueva infraestructuras de gas tendrán que tener en cuenta un posible riesgo de infrautilización en el futuro. Las empresas deberán analizar diferentes alternativas para abordar el futuro con mayores niveles de descarbonización.
Así que el Acuerdo de Paris presenta oportunidades para las empresas del gas, pero la pregunta trascendental es ¿durante cuánto tiempo puede durar la era del gas natural, y en qué sectores, hasta que se produzca la transición hacia otros vectores energéticos sin emisiones?
Durante la Conferencia de Paris multitud de empresas presentaron sus estrategias contra el cambio climático y su liderazgo en sus sectores. La Coalición We Mean Business recogió más de 900 compromisos de 370 empresas. El World Business Council for Sustainable Developement (WBCSD) contribuyó con su Low Carbon Technology Partnership initiative (LCTPi) con planes de acción en nueve áreas estratégicas en la lucha contra el cambio climático. Esta iniciativa experimentó una gran aceptación en el ámbito empresarial con 150 compañías de todo el mundo y de diferentes sectores, y 70 socios institucionales, que durante el año 2015 trabajaron en crear una objetivo (ambición) común alineada con los escenarios de 2ºC de la Agencia Internacional de la Energía, identificando las barreras para su cumplimiento y presentando sus planes de acción. En 2016 esta coalición de empresas seguirá trabajando en implementar estos planes de acción, que incluyen medidas como: aumentar la compra de energía renovable por parte de grandes corporaciones mediante contratos a largo plazo; el fomento de combustibles para el transporte de bajas emisiones; o el incremento de la productividad y resiliencia en el sector agrícola.
Para conseguir que las buenas intenciones presentadas en Paris tengan el impacto deseado, gobiernos y empresas deberán aumentar su transparencia y su responsabilidad sobre los compromisos asumidos. La comunicación de los mismos es la mejor muestra del verdadero liderazgo y beneficiará enormemente a la sociedad por su efecto arrastre sobre la cadena de suministro y entre sus competidores. Por ejemplo, durante 2015 hemos visto cómo ha cambiado la percepción sobre las energías renovables cuando unas 50 empresas han asumido sus compromisos de tener una estrategia para llegar a ser 100% renovables.
A pesar de los éxitos cosechados en 2015 en la agenda internacional de sostenibilidad, la clave a partir de ahora está en la implementación de los Acuerdos, objetivos y compromisos. Y cuando se menciona la palabra implementación, se quiere decir inversión público privada. Pero para que se produzca esa inversión se debe mantener la confianza y certidumbre política, también a nivel doméstico, ratificando los acuerdos y poniendo en marcha políticas coherentes que permitan la consecución de los objetivos a corto plazo. Por eso, la acción de empresas y Gobiernos en los próximos 5 años será la verdadera muestra del verdadero éxito de los acuerdos de 2015.
La presión y la urgencia de actuar contra el cambio climático continuará. 2015 ha sido el año más caliente de la historia, cada año el número de muertes como consecuencia de la contaminación del aire seguirá, desgraciadamente, creciendo y los eventos climáticos extremos continuarán, con una mayor incertidumbre sobre el lugar y el impacto de los mismos.
En este contexto el liderazgo empresarial es fundamental. Las empresas deben entender los impactos y oportunidades en los ODS y en la lucha contra el cambio climático. Deben concentrar su acción en las áreas con mayor potencial y adquirir objetivos concretos sobre los que deberán informar de sus progresos periódicamente. Y finalmente, deben colaborar con las partes implicadas, puesto que nuestros problemas globales necesitan de respuestas globales.
María Mendiluce
Directora Ejecutiva de Energía y Cambio Climático en el Consejo Mundial de Empresas para el Desarrollo Sostenible (WBCSD)
Sus 20 años de experiencia en el sector de la energía, sus conocimientos sobre políticas energéticas y climáticas y su liderazgo personal han sido fundamentales para el trabajo del WBCSD. Ella ha sido la encargada del desarrollo de la estrategia de Clima y Energía de la organización, que guían el trabajo de sus 200 empresas asociadas e influye en las discusiones globales sobre cambio climático. En particular, por invitación del gobierno francés y la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, lideró con más de 150 empresas la Iniciativa de colaboración para el desarrollo de tecnología bajas en carbono (LCTPi), uno de los proyectos emblemáticos que han contribuido al éxito de la COP21, que movilizó a un gran número de CEOs en torno a soluciones concretas.
Antes de incorporarse a esta organización basada en Ginebra, trabajó en la Agencia Internacional de la Energía en Paris, en Iberdrola y en la Oficina Económica del Presidente del Gobierno español, donde coordinó la primera Estrategia Española de Desarrollo Sostenible.
María Mendiluce tiene un doctorado sobre la Intensidad Energética en España por el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia de Comillas. Además imparte clases en la Universidad de Ginebra, dirige tesis, escribe artículos para revistas científicas y regularmente organiza y participa en conferencias académicas internacionales en temas relacionados con la energía y el cambio climático.